Historias de la radio (1955) de José Luis Sáenz de Heredia es, sin duda, un clásico
del cine español. Y lo es porque, siendo un filme desigual, en el primero de
los tres episodios destaca la comicidad del gran Pepe Isbert y, el último de
ellos, tiene un final antológico en el concurso de preguntas o doble o nada.
La
película gira en torno a la popularidad de la radio y, en todas sus historias,
aparece la solidaridad entre las personas, de una manera un tanto empalagosa
pero acorde con los tiempos del franquismo.
Así,
en el primer episodio, un patrocinador ofrece 3.000 pesetas al primer
radioyente que se presente en los estudios disfrazado de esquimal y con un
perro. Un inventor (José Isbert) decide presentarse porque necesita el dinero
para patentar un invento. Llegando a la emisora en taxi ve que, en otro taxi,
otra persona disfrazada de esquimal tiene idéntico objetivo. Tras una lucha en
las escaleras de la emisora, Isbert entra primero en el estudio, pero ve que
otra persona ha llegado antes. Frustrado, da un discurso ante el cual se
emociona la audiencia del estudio y los responsables del programa le dan
también a él el premio para registrar la patente.
En
el segundo episodio, un ladrón está desvalijando una casa cuando llaman al
teléfono. Decide contestar y descubre que será agraciado con un premio de 2.000
pesetas si se presenta en el estudio. Pero, como él no es la persona que vive
en esa casa, decide buscar a su víctima que, en realidad, es su casero, proponiéndole
cobrar la mitad del premio. Cuando el casero se entere que él ha entrado a su
casa a robar, tendrá que ser un párroco quien imponga con sus consejos la paz
entre ambos hombres.
Y,
en el tercer episodio, un maestro de pueblo se presenta a un concurso de radio
porque necesita dinero para costear la asistencia médica de uno de sus alumnos
en Suecia. El concurso es de preguntas y el maestro las contesta todas hasta la
última, cuando los patrocinadores, buscando la típica pregunta imposible de
contestar, le preguntan quién marcó el primer gol en un partido de futbol del
equipo de los Ciclistas de San Sebastián celebrado en 1915.
El
primer episodio tiene como atractivo principal a Pepe Isbert y como, con su bis
cómica, es capaz de hacer reír disfrazado de esquimal en una inverosímil historia
y, con su naturalidad y sencillez, ablandar a la audiencia del programa.
El
segundo episodio es el más flojo y el tercero tiene momentos divertidos, como
el personaje del guardia civil, de origen gallego, que tiene la idea de que el
maestro se presente al concurso hasta llegar a un gran final, con el
presentador del concurso (Juanjo Menéndez) teniendo una actitud mezquina en las
últimas preguntas, hasta llegar a la última con la sorpresa de que el maestro
da con la respuesta exacta.
A
lo largo de la película, hay una confusa y poco atractiva trama en la que un
presentador del estudio (Paco Rabal) y su novia tienen idas y vueltas en su
relación, con escaso interés sin aportar nada destacable a la película.
Desigual,
pero con escenas entrañables y divertidas.
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