El mariscal del infierno (1974) de Leon Klimovski, es una película interpretada por
el mayor referente del fantaterror, Paul Naschy, que también se encargó del
guion y que aquí hace una cosa un poco rara, mezclar una película del género capa
y espada tipo El halcón y la flecha, con una película de terror en el
que el personaje principal está poseído por Satán.
Naschy
interpreta al barón Gilles de Lancre, repudiado por el rey de Francia y
obsesionado en encontrar, a través de la alquimia, la piedra filosofal.
Manipulado por su mujer y el alquimista, el cual simula hablarle desde el
infierno, instaura un régimen de terror con el que obtener sangre fresca para los
experimentos que demanda el alquimista. Paralelamente, un noble militar galo y
antiguo compañero de armas, Gastón de Malebranche, regresa tras varios años de
cautiverio y se encuentra con esa situación por lo que, tras un breve y
amistoso encuentro, se convierte en su enemigo para poner fin a la violencia
sin freno del barón. Entre ambos personajes tendrá lugar el duelo final.
El
barón es un personaje histórico y Naschy había leído sobre él, por lo que fue
un proyecto personal suyo llevarlo al cine. No obstante, parece que tuvo problemas al
escribir el guion y el barón era todavía más feroz, un asesino esquizofrénico y
pederasta, cosa no aceptable en ninguno de los países de la coproducción, España
y Argentina; por lo que lo suavizó al punto que Naschy es un villano muy malo,
pero relativamente normal, obsesionado por la alquimia y sin reparar en el
precio a pagar, pero sin añadir esos elementos tan siniestros. Así pues, se
trata de un guion sencillo, llevado a cabo con las limitaciones propias de Klimovsky
como realizador y Naschy como actor, aunque la película está entretenida y
puede llegar a un aprobado justo.
Hay una breve aparición de la actriz Sandra Mozarowsky, joven actriz muerta en extrañas circunstancias a los 29 años y que, tal vez, las próximas memorias que publicará el rey emérito en el otoño podrían aportar algún dato nuevo para esclarecer esa muerte.
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