Releo
Después de la democracia de Emmanuel Todd, diecisiete años después de su
publicación, lo que es positivo para ver en cuanto ha errado o acertado Todd.
El
libro se centra en gran parte en la figura de Sarkozy, al cual no deja nada
bien e incluso se manifiesta una gran animadversión por parte del autor. Visto
un poco en perspectiva, la figura de Sarkozy está relativamente olvidada, aunque
fuera premonitoria su creación del Ministerio de Inmigración e Identidad
Nacional. Hablando de Sarkozy y su rival socialista Royal, Todd destaca que no
son más que los síntomas complementarios de una situación global de vacío
ideológico y de ascenso espectacular de las fuerzas negativas, antidemocráticas.
La realidad en 2025 es que esa situación se ha agudizado, en la misma Francia
está Macron, un hombre que se define más por lo que no es, que por lo que es,
con una ideología difusa pero, en cualquier caso, abrazado al neoliberalismo.
En
los años que han pasado desde que se escribió el libro, se ha acrecentado la
pérdida de capacidad adquisitiva de la clase media, con peligro de hundimiento,
así como un aumento de la desigualdad que se ceba en las clases más populares y
un reducido porcentaje de la población que sigue acumulando más riqueza. Tras
esos 17 años, ha cobrado más sentido lo que dice Todd:
“digamos simplemente que la unificación de los mercados de
trabajo y de capital lleva a introducirse en cada país el nivel de desigualdad
que hace estragos a escala mundial. Este es el motivo por el que el libre
cambio está empezando a crear bolsas de pobreza dignas del Tercer Mundo en el
mismo seno de los países desarrollados, la razón por la que los ricos del
Tercer Mundo se distancian cada vez más del grueso de la población en relación
con los ingresos”
Ante
este escenario, Todd planteaba dos hipótesis de futuro. Una sería una huida
hacia lo irracional a través de un chivo expiatorio étnico, religioso o racial,
como hizo el sarkozismo. Pues bien, eso se ha acentuado con movimientos de
ultraderecha en gran parte de Europa, buscando igualar desde el punto de vista
de la raza las desigualdades provocadas por la economía, culpabilizando a la inmigración de la degradación socioeconómica. Tenemos, entre otros,
a Le Pen en Francia, a Meloni en Italia, a Abascal en España y a Orriols en
Catalunya. Esta primera hipótesis no iba desencaminaba.
Una
segunda hipótesis se orientaba hacia la supresión del sufragio universal,
basada en una evidente crisis de representatividad de la clase política., que
es elegida pero luego no gobierna. Por tanto, dice Todd “La negativa a
obedecer al pueblo podría hacerse oficial mediante la supresión del sufragio
universal y la instauración de un régimen político abiertamente autoritario.
Algunos pensarán que ésta es una hipótesis exagerada. Pero hemos de tener
presente la violencia de las tensiones a las que está sometida el cuerpo social
y que van a incrementarse con el descenso del nivel de vida de una mayoría de
la población.” No hemos llegado a la supresión de la que hablaba Todd, pero
hemos asistido a situaciones insólitas como un golpe de estado fallido en
Estados Unidos y que, cuatro años más tarde, el inspirador del golpe y
condenado delincuente fuera elegido para la presidencia ejerciendo el cargo,
tal como se preveía, con un autoritarismo que recuerda al de líderes europeos
de hace un siglo. En el fondo, cada vez más las elecciones, entre las que se
nos obliga a escoger entre lo malo y lo peor, están dejando de tener sentido. Ante la situación actual en el estado español, a mi me dan ganas de votar Escaños en blanco en las próximas elecciones.
En
la última parte del libro, Todd plantea una posible solución a la degradación
de las democracias europeas y que pasaría porque, cediendo a la presión social,
los políticos aceptaran una nueva política económica proteccionista a escala
europea, con Alemania liderando ese proceso. Esa posible solución de Todd,
fuera buena o mala, está lejos de convertirse en realidad con una Europa que
sigue entregada al neoliberalismo, chantajeada por Estados Unidos y con
problemas para enfocar la transición energética, especialmente en esa locomotora industrial del continente que es Alemania. Es Trump y no Europa quien
intenta una nueva política proteccionista, en su caso con el apoyo de ser el
dólar moneda de reserva y su poderío militar. Pero tampoco parece que esta
política proteccionista pueda ayudar a la población, sino a aumentar las
desigualdades y a degradar más la democracia.
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