El carnaval de las almas (1962) es una película de serie B (de bajo presupuesto
dentro de las series B, costó 33.000 dólares) dirigida por Herk Harvey, que
desarrolla un relato corto de Lucille Fletcher. que ya sirvió para un episodio
de The Twilight Zone, aquel en que una mujer es acosada por un
autoestopista.
La
película empieza con una carrera ilegal y un accidente de coche en el que tres
chicas quedan sumergidas en un río. Una de ellas, llamada Mary, emerge del río,
aparentemente salvada de forma milagrosa, aunque extrañamente desorientada.
Para olvidar la tragedia, acepta un empleo de organista en una iglesia y,
mientras se desplaza a otra ciudad para empezar a trabajar, empieza a ver las
apariciones de un personaje misterioso y pálido salido de la ultratumba. También experimenta como, en ocasiones, parece
que sea invisible a los demás, mientras se ve extrañamente atraída por un lugar
de la ciudad en que se ubicaba un parque de atracciones ahora abandonado.
Finalmente, irá a ese parque y se verá atrapada por el espectro y otros muchos
zombis que la reclaman para que ocupe su lugar en el más allá, pues en realidad
murió en aquel accidente de coche, cosa que se expresa en un último plano en el
que el coche es sacado del río con los tres cadáveres de las chicas.
Absolutamente
ignorada en su momento, el hecho de que sus derechos cayeran en dominio publico
ayudó a que, tras varios pases televisivos, llamara la atención de mucha gente,
entre ellos George Romero y David Lynch admitieron haberse vistos influidos por
esta película de Harvey, convirtiéndose en un título de culto.
Con
pocos recursos, la película funciona muy bien recreando una atmosfera extraña e
inquietante que acecha a Mary, interpretada por la actriz Candace Hilligoss,
que tan solo destacó en esta película. No sabemos cómo era su personaje antes
del accidente, cuando estaba viva, pero Mary es en la película borde y
antisocial, desdeñando el tosco y casi abusivo galanteo con el que la intenta
obsequiar un compañero de pensión. Pero también tiene un roce con el religioso
encargado de la iglesia donde va a tocar con lo cual, en su actitud ante los
demás, ya está lejos de los vivos.
Esa
atmosfera de desasosiego la logra el director con pocos elementos: la música de
un órgano; las angustiosas escenas en que, jugando con el sonido, la
protagonista es invisible para los demás; las apariciones de los espectros,
primero solo uno que es el propio Harvey y luego unos cuantos más; y el
decorado del parque de atracciones donde moran los espectros y, en una de las
mejores escenas, celebran un baile a modo de danza macabra antes de perseguir y
dar definitivamente caza a Mary en la playa.
Estimable
película de terror, con mucha personalidad, creando ese clima inquietante en
ese mundo fronterizo entre los vivos y los muertos.
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