Dementia: La hija del terror (1955) es una extrañísima película, un
mediometraje por su duración ya que no llega a la hora de duración, siendo una
mezcla de cine de terror y negro, con la peculiaridad de ser una película muda
en plena década de los cincuenta. Sí hay música, efectos sonoros e incluso una
voz en off que interviene en algún momento, pero se trata de una película muda
sin intertítulos.
En
el inicio, como luego al final, vemos a una chica que está en la playa,
llegando a tierra, pero una ola la alcanza y desaparece con ella. Entonces se
pasa al decorado de un hotel y como una chica despierta, sale del alojamiento y
se encuentra con un enano que vende periódicos, siendo el titular del día "Misterioso apuñalamiento".
Cuando,
a través de un proxeneta, conoce a un hombre de gran nivel económico, se va con
él en un gran vehículo y luego hay un flashback con un decorado sobrepuesto a
un cementerio en el que vemos un trauma del pasado. Su madre le era infiel a su
padre, este le pegó cuatro tiros y la chica, por la espalda, le asestó una
certera puñalada matándolo.
Volviendo
del flashback, está con ese hombre adinerado, en su elegante apartamento y lo
apuñala, tal como hiciera con su padre, mientras se le rompe el colgante que
lleva ya que la víctima lo agarra al ser agredido y luego arrojado al vacío. La
chica huye, se ve perseguida y, entre los perseguidores, ve un policía con la
cara de su padre. Luego, otra vez aquel proxeneta sale en su auxilio para
evitar la persecución y la introduce en un local donde toca una big band de
jazz. Finalmente, el policía entra, aparece como espectro el hombre adinerado
que ha muerto y la multitud del local se abalanza sobre ella. Entonces
despierta del sueño, se la ve en la habitación del hotel aunque, al examinar el
cajón del tocador, descubre el colgante roto, aferrado por los dedos de una
mano cercenada que lo cubría. Asistimos, pues, al típico último golpe de efecto
propio de tantas películas de terror más recientes.
La
película fue dirigida por John Parker e interpretada por Adrianne Barrett, ambos
prácticamente desconocidos y que no hicieron nada más reseñable en el mundo del
cine. En cambio, aquí estamos ante una película que no provoca indiferencia. No
usar diálogos, contar con una banda sonora en la que se mezclan inquietantes
alaridos, filmar con agilidad usando recursos expresionistas y dar giros
surrealistas como el flashback en el cementerio o la reaparición del hombre
rico al que apuñaló la protagonista, es una manera original de intentar adentrarse en la
tortuosa mente de la chica. Por otra parte, se describe un mundo urbano,
coincidiendo aquí con la parte más próxima al cine negro, absolutamente degradado
y corrupto, con vecinos de la protagonista detenidos por violencia de género y
calles donde acechan borrachos y maleantes. Pero enseguida veremos que la
protagonista no es trigo limpio y lleva una navaja que maneja con destreza. Y
es que la chica tiene un estado psicológico bastante alterado, con los traumas
familiares de los parricidios más una relación con el hombre adinerado que va
de la atracción sexual al rechazo y asco.
Película
atípica de terror psicológico que tiene varios puntos de interés.
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