domingo, 2 de noviembre de 2025

VIAGGIO IN ITALIA

 

Viaggio en Italia fue, tal vez, la mejor colaboración entre Roberto Rossellini e Ingrid Bergman. Rodada en 1954, la película era algo fresco, diferente, que anticipaba la nouvelle vague y que tiene que ser improvisada cuando se quería adaptar una novela titulada Duo y los derechos ya habían sido comprados.  Eso dio una frescura inusual a la película ya que se optó por una trama argumental muy sencilla, con una puesta en escena que Rosellini vertebra sobre el eje de tener dos monstruos de la interpretación como su pareja y George Sanders; así como las localizaciones en museos de Nápolessus zonas monumentales y el paisaje volcánico del Vesubio y alrededores 

La historia es mínima porque se trata de un matrimonio inglés, Alexander y Katherine, que, tras llevar ocho años de casados, se desplazan a Nápoles para poner orden en la herencia que han recibido de un tío que murió allí tras vivir la última parte de su vida en Italia. Se trata de un matrimonio colapsado que Rossellini escruta a través del estudio de los protagonistas y ayudado por el genio interpretativo de Bergman y Sanders. No hay prácticamente acción, no pasa nada reseñable, pero lo más importante son las personas y aquí Rossellini extrae lo máximo. 

Hastiados el uno del otro, con recelos y reproches, se separan unos días, marchándose Alexander unos días a Capri mientras Katherine se queda en la zona continental visitando los museos de arqueología y catacumbas napolitanas. Se reencuentran y, a regañadientes y por insistencia de un conocido, aceptan ir de visita turísticPompeya. Será viendo esos cadáveres sepultados durante 2.000 años y que están igual de muertos que su matrimonio, cuando Katherine se derrumbe emocionalmente anticipando el final cuando, al volver hacia Nápoles, el matrimonio se ve atrapado en una procesión que los acaba uniendo.  

Un final que podría parecer forzado, pero que no lo es. O, al menos, como espectadores, queremos pensar que no lo es. Hemos visto la desorientación vital en que se hallan los personajes, tanto Sanders en Capri donde busca refugio a su desazón en fiestas e incluso con una prostituta sin que no logre más que frustrarse, como en el peregrinaje de Bergman por esos museos en unas escenas filmadas de manera impresionante por Rossellini y que dan muestra de las necesidades emocionales de la mujer que ella quiere colmar, a pesar de todo, con su marido.  

Obra maestra.  

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