sábado, 2 de noviembre de 2024

JURADO NÚMERO 2

 

Dios Eastwood ha estrenado nueva película (¿la última?) siendo motivo de regocijo y alborozo para los miembros de la iglesia eastwodiana. Y, además, lo ha hecho recuperando un buen pulso narrativo en una película bastante más interesante que Cry Macho con lo que podría, si fuera la última, ser una despedida digna de la leyenda californiana.

Jurado número dos está planteada como película de suspense y drama judicial. Explica la historia de Justin Kemp (Nicholas Hoult), un hombre joven, a punto de ser padre, que es designado como jurado para juzgar a un hombre acusado de haber matado a su novia, que es interpretada por una de las hijas del propio Eastwood, la que tuvo con Francesca Fisher. Acusado y novia, ambos de temperamento violento, protagonizaban una discusión acalorada en un bar según vieron unos testigos cuando ella apareció muerta poco después en las proximidades de la localidad. Pero, en realidad, fue atropellada por un vehículo que conducía Justin, el cual no fue consciente del hecho y pensó que había golpeado a un ciervo. Justin se da cuenta de su implicación accidental en la muerte de la chica y, al tener antecedentes de haber conducido bajo los efectos del alcohol, un amigo abogado le aconseja que no diga la verdad ya que podría verse condenado a una dura sentencia con muchos años de permanencia en la prisión.  

Entonces, lo que intenta es que el acusado sea absuelto. Se da un momento parecido a Doce hombres sin piedad, al principio todos los miembros del jurado, menos un policía jubilado, ven clara la culpabilidad y Justin solicita que se den un tiempo para hablar, como pedía el jurado número 8 en el clásico de Sidney Lumet. De hecho, en esta parte Justin sigue la estrategia de Henry Fonda y trata de introducir esa duda razonable que exima al acusado de la declaración de culpabilidad.  La situación se enquistará, logra que una parte del jurado cambie la decisión, pero otros mantienen firmemente la opinión que el acusado es culpable. Estando su mujer a punto de dar a luz, en un embarazo con problemas, habiendo además conocido ella la verdad de la situación y pidiéndole que se inhiba, Justin claudica y se llega a un veredicto de culpabilidad que desencalla la situación. No obstante, la fiscal del caso ha empezado a sospechar de la no culpabilidad del acusado ante la firmeza del abogado defensor defendiendo la inocencia de su cliente, así como por las pruebas que empezó a manejar el expolicía cuando investigó el caso y luego fue expulsado del jurado (de hecho, fue un error que en la tacha no le preguntaran por su antigua profesión que le inhabilitaba para ser jurado). Finalmente, las sospechas de la fiscal acabarán en el convencimiento respecto a la inocencia del acusado y culpabilidad de Justin. Aunque esa certidumbre no favorece dejar las cosas claras.

La película es muy ágil en cuanto a la narración de la historia, no hay tiempos muertos y todas las escenas van incrementando el suspense hasta la resolución, con una buena descripción de los personajes. El estilo y oficio de Eastwood no se pone en duda.

Pero, además, el guion, a diferencia de algunas de las películas de sus últimos años, ofrece puntos de interés parecidos a los que Eastwood planteaba en Mystic River. Hay una complejidad moral en las acciones de varios personajes y Justin, al igual que el personaje de Sean Penn en Mystic river, aprenderá a convivir con una mentira para no purgar sus acciones criminales, aunque en el caso de Justin fuera una acción involuntaria, que no le libraría de responsabilidad penal al ser manifiestamente negligente conducir borracho. De todos modos, la ambigüedad moral podría llegar a hacer pensar que la solución con el veredicto es buena. Justin parece que llevará una vida feliz junto a su mujer e hijo, rehabilitado de sus adicciones con el alcohol mientras que el acusado, aunque sea inocente, es un tipo agresivo, perteneciente a alguna banda criminal y que trata fatal a su novia, provocando con la discusión que la chica volviera sola a casa por la carretera, de noche lloviendo y borracha.  ¿Podría ser ejemplar que un bicho así estuviera en la cárcel, aunque sea por un crimen que no cometió?

Luego está la crítica al sistema judicial. La tacha de testigos se hace de manera incorrecta. Y la fiscal no dedica la suficiente atención al caso. Preocupada por su cargo al que opta para su reelección, para ella es más fácil y popular una sentencia condenatoria y se deja llevar por pruebas circunstanciales y un testigo poco fiable pues involucra directamente al acusado en el lugar del crimen, pero era de noche y estaba diluviando, con lo que la aseveración del testigo, incluso aunque tuviera la vista de un lince, daría lugar a pensar en una duda razonable. Cuando advierta el error, ya será tarde y el acusado habrá sido condenado a prisión perpetua. Su redención ya es complicada y, dado el final, no queda claro si es posible.

Eastwood dedica un primer plano de la película a Temis, la diosa de la justicia, que reaparece en otros planos. La institución del jurado es un logro de la democracia americana, una institución para favorecer la aplicación de la justicia, pero Temis puede ser inducida a error por la fragilidad moral de los hombres. Ese es otro de los mensajes de la película.

No es la primera vez que Eastwood tocaba el tema del falso culpable. Ya lo había hecho en Ejecución inminente e incluso me parece más significativo que haya declarado en muchas entrevistas que una de sus películas favoritas es Incidente en Ox-Bow, la obra maestra de William Wellman que vio en su adolescencia. Temis, por culpa de los hombres, actúa por error tanto en el linchamiento de Dana Andrews en Incidente en Ox-Box, como en esta película en que la justicia actúa con principios procesales garantistas. Y eso es lo grave.

Warner no ha promocionado adecuadamente la película. Se ha estrenado solo en 30 salas en Estados Unidos y su difusión se hará mayoritariamente por streaming. Incluso se dice que el estreno en salas se hace como deferencia a Eastwood, ligado a la productora desde hace más de medio siglo. Está claro que la productora no apuesta por esta película para los Óscars del año que viene. Desde este punto de vista, como leía hoy en un artículo, parece una salida del mundo del cine por la puerta de atrás pero, sin llegar a la excelencia de sus mejores películas, sí estamos hablando de un filme notable en el que el nonagenario Eastwood demuestra que aún tenía buenas historias que contarnos. 

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