No conocía La puerta del
diablo, western rodado por Anthony Mann en 1949 y resulta ser una de las
primeras películas en las que se abordó las injusticias sufridas por los
indios. Además, yo creo que resulta ser el único western de Mann en que aparece
la cuestión india.
Lance Poole (Robert Taylor) es
un indio que luchó en la guerra civil y asumió funciones de oficial, siendo
además condecorado con la medalla de oro del Congreso. Acabada la guerra,
vuelve a su hogar y encuentra a su tribu en una situación delicada, con parte
de la población recluidos en una reserva y la amenaza que sus territorios, poseídos
por su familia desde tiempos seculares, sean declarados legalmente zona libre
por el gobierno americano mientras se ordena el estado de Wyoming, pudiendo
adquirir los blancos títulos de propiedad sobre esas tierras, cosa que provoca
un movimiento migratorio desde otros estados de los E.E.U.U.
En la historia aparecen dos
abogados. Por un lado, uno sin escrúpulos, interpretado por Louis Calhern, que
dedica sus esfuerzos a expoliar a los indios y acaba organizando contra ellos una
fuerza armada una vez se han refugiado en el rancho y bajo el liderazgo de Poole.
Y, por otro lado, de manera inusual en el género, una abogada que interpreta
Paula Raymond, que ejerce con honestidad y asesora a Poole, no siempre con
éxito, para luchar y conseguir que se modifique la legislación que perjudica a
los indios sobre los derechos de propiedad.
El western es vibrante desde el
principio, con una pelea a puñetazos en el saloon, nada más llegar Poole licenciado
del ejército, que anticipa toda una tensión marcada por el tema racial y la asignación
de tierras por parte del gobierno una vez ese territorio se civiliza incorporándose
a los Estados Unidos. Se pose de manifiesto, de manera bastante honesta
teniendo en cuenta que la película está rodada en 1949, la problemática de cómo
se expolió la tierra de los indios. Y la película tiene muy buenos momentos de acción
como un ataque de los indios, armados con cartuchos de dinamita, contra una
expedición de pastores de ovejas que van a ocupar sus tierras y que,
posteriormente, provoca la represión final organizada por el corrupto abogado
que interpreta Calhern.
A mi nunca me ha gustado Robert
Taylor, maquillado con la piel oscurecida para hacerlo pasar como un indio navajo,
pero a pesar de ello me ha gustado la película que tiene otra virtud y es la de
adoptar un tono sombrío desde el principio hasta el final. El filme no es nada
condescendiente en su final ni busca un atajo para dar con un final feliz como
acostumbraba a pasar en casi todas las películas de la época. A pesar de que en
algún momento el personaje de Taylor es muy inflexible, la verdad es que la
razón está de su parte. El final es muy bueno cuando Poole se presenta ante los
soldados que han ido a poner paz al recibir aviso del enfrentamiento armado
entre el grupo de Calhern y los indios (y también con la misión de devolverlos
a la reserva) y va vestido con el uniforme del ejército de la nación y su
condecoración ganada en el campo de batalla. Defiende sus derechos y el de su pueblo hasta el final con el uniforme del país por el que luchó y que luego ha sido injusto con él y los suyos.
Un western duro y áspero, bien
rodado, comprometido y que no desmerece el nivel de los demás westerns de Mann,
que no es poca cosa.
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