martes, 23 de abril de 2024

LA PUERTA DEL DIABLO

 

No conocía La puerta del diablo, western rodado por Anthony Mann en 1949 y resulta ser una de las primeras películas en las que se abordó las injusticias sufridas por los indios. Además, yo creo que resulta ser el único western de Mann en que aparece la cuestión india.

Lance Poole (Robert Taylor) es un indio que luchó en la guerra civil y asumió funciones de oficial, siendo además condecorado con la medalla de oro del Congreso. Acabada la guerra, vuelve a su hogar y encuentra a su tribu en una situación delicada, con parte de la población recluidos en una reserva y la amenaza que sus territorios, poseídos por su familia desde tiempos seculares, sean declarados legalmente zona libre por el gobierno americano mientras se ordena el estado de Wyoming, pudiendo adquirir los blancos títulos de propiedad sobre esas tierras, cosa que provoca un movimiento migratorio desde otros estados de los E.E.U.U.

En la historia aparecen dos abogados. Por un lado, uno sin escrúpulos, interpretado por Louis Calhern, que dedica sus esfuerzos a expoliar a los indios y acaba organizando contra ellos una fuerza armada una vez se han refugiado en el rancho y bajo el liderazgo de Poole. Y, por otro lado, de manera inusual en el género, una abogada que interpreta Paula Raymond, que ejerce con honestidad y asesora a Poole, no siempre con éxito, para luchar y conseguir que se modifique la legislación que perjudica a los indios sobre los derechos de propiedad.

El western es vibrante desde el principio, con una pelea a puñetazos en el saloon, nada más llegar Poole licenciado del ejército, que anticipa toda una tensión marcada por el tema racial y la asignación de tierras por parte del gobierno una vez ese territorio se civiliza incorporándose a los Estados Unidos. Se pose de manifiesto, de manera bastante honesta teniendo en cuenta que la película está rodada en 1949, la problemática de cómo se expolió la tierra de los indios. Y la película tiene muy buenos momentos de acción como un ataque de los indios, armados con cartuchos de dinamita, contra una expedición de pastores de ovejas que van a ocupar sus tierras y que, posteriormente, provoca la represión final organizada por el corrupto abogado que interpreta Calhern.

A mi nunca me ha gustado Robert Taylor, maquillado con la piel oscurecida para hacerlo pasar como un indio navajo, pero a pesar de ello me ha gustado la película que tiene otra virtud y es la de adoptar un tono sombrío desde el principio hasta el final. El filme no es nada condescendiente en su final ni busca un atajo para dar con un final feliz como acostumbraba a pasar en casi todas las películas de la época. A pesar de que en algún momento el personaje de Taylor es muy inflexible, la verdad es que la razón está de su parte. El final es muy bueno cuando Poole se presenta ante los soldados que han ido a poner paz al recibir aviso del enfrentamiento armado entre el grupo de Calhern y los indios (y también con la misión de devolverlos a la reserva) y va vestido con el uniforme del ejército de la nación y su condecoración ganada en el campo de batalla. Defiende sus derechos y el de su pueblo hasta el final con el uniforme del país por el que luchó y que luego ha sido injusto con él y los suyos.

Un western duro y áspero, bien rodado, comprometido y que no desmerece el nivel de los demás westerns de Mann, que no es poca cosa.

 

 

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