Acabo de leer la primera
trilogía de Pierre Lemaitre, Los hijos del desastre, con el último
volumen, titulado El espejo de nuestras penas. Si en los anteriores volúmenes
se abarcaban algunos años en cada uno de ellos, en éste apenas son unos dos
escasos meses, los que van desde abril de 1940 hasta el mes de junio.
El inicio del libro es muy
potente cuando Louise, que en el primer volumen es la niña de la casa en que se
alojan tras acabar la guerra los dos soldados protagonistas, accede a recibir
dinero por quedarse desnuda ante un doctor que solo pretende observarla. Cuando
se desnuda en la habitación de un hotel, el doctor saca un revólver y se
intenta suicidar, cosa que no consigue de manera inmediata pero sí queda
malherido falleciendo al día siguiente. Luego
el lector irá conociendo que el doctor era el antiguo amante de la madre de
Louise, con la que se portó bastante mal y le arrebató un hijo, hermanastro de
Louise, que ella se dispone a buscar al tener conocimiento de su existencia una
vez empieza a investigar quién era aquel hombre, pues hasta entonces tan solo
era un cliente del restaurante en el que ella trabajaba.
Lemaitre nos presenta más
personajes y lo que hace en esta novela es desarrollar sus tramas y hacerlos
confluir a casi todos al final de la novela en un mismo espacio, una especie de
campamento para refugiados improvisado, al sur de París, en medio del caos del
mes de junio de 1940 cuando los alemanes invaden Francia.
Así, tenemos a dos soldados como
protagonistas: Gabriel, un profesor de matemáticas y Raoul, un buscavidas que
se ha enrolado en el ejército y siempre está implicado en asuntos turbios, que
es justamente el hermanastro que busca Louise. Los dos soldados empezarán la
acción en un fuerte de la línea Maginot, de la que son trasladados y, en medio
de la posterior desbandada, entran a una casa con lo que son acusados de saqueadores.
Gran parte de la novela estarán encarcelados y su viaje, basado en hechos
reales, a pie hacia el sur de Francia dará lugar a que entre en escena otro
personaje, Fernand, oficial de la guardia republicana móvil que custodia a los
prisioneros y su mujer Alice, que ha ido a parar al campamento en el que se
acabarán encontrando todos los personajes. El último personaje de la novela es
Desiré, un hombre camaleónico capaz de hacerse pasar por abogado o médico y
que, en el curso de la novela, primero formará parte del equipo de propaganda
que redacta los partes de guerra y luego se hará pasar por sacerdote en el
campamento haciendo una meritoria labor.
Con el mismo estilo narrativo
ágil y atrayente para el lector, la novela se desarrolla en un momento histórico
que culmina todos los defectos de la sociedad francesa explicados en los dos
volúmenes precedentes y que desemboca en un colapso, un hundimiento del estado
en toda regla. Unos momentos en que los protagonistas encuentran acciones
egoístas e insolidarias, pero también todo lo contrario en ese desorden absoluto
en el que el estado ha desaparecido antes de que se haga efectiva la ocupación alemana.
Una gran trilogía.
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