lunes, 15 de enero de 2024

DIOS, PATRIA Y REY

 

Leo el libro Dios, patria, Rey: carlismo y guerras civiles en España del historiador olotense Jordi Canal.

Canal dedica el inicio del libro a explicar que el choque entre liberalismo y fuerzas reaccionarias, que en España adoptaron la forma del carlismo, se dio en varios países europeos. Así, cita los casos de Francia y Portugal como casos parecidos al español y también menciona a Italia, con el matiz en el país transalpino que, en su caso, la guerra civil se da en el marco de un proceso de construcción de un estado.

Esto se pone en conexión con una cuestión importante que Canal aborda y es que, más que la contrarrevolución y el tradicionalismo derivaran de la cuestión dinástica, hay un proceso incluso anterior a la cuestión sucesoria de Fernando VII que toma como pretexto tal problema para plantear una oposición al liberalismo. Así lo explica Canal:

Ni la cuestión dinástica fue una cuestión esencial en el carlismo, ni este movimiento jamás fue una exclusiva defensa de los “derechos” al trono de los Borbones carlistas. Las continuidades en relación con los movimientos contrarrevolucionarios anteriores y las dimensiones de las guerras civiles españolas del siglo XIX desmienten toda interpretación exclusivamente dinástica del carlismo. Los carlistas se movilizaron, en todo caso, por una idea o unos principios que el rey carlista personificaba y, lo que resulta más trascendente aún, emblematizaba, constituyéndose en puntos de referencia permanente para sus seguidores.

Así que este movimiento, de ideas ultramontanas, tiene su origen desde poco después de la Guerra de la Independencia y llega, tras provocar dos guerras de amplio alcance en la península y dos menores circunscritas a Catalunya, hasta el siglo XX.

Una parte que me ha parecido muy interesante es explicar las celebraciones que los carlistas hacen en 1889, después de una escisión integrista que tiene lugar un año antes, conmemorando el XIII centenario de la conversión al catolicismo de Recaredo tras abjurar del arrianismo y, de paso, manifestarse en contra del centenario de la Revolución Francesa. Aunque la última carlistada había terminado hacía más de diez años, todavía había un carlismo bastante arraigado en sectores de la sociedad española y, por ejemplo, realizaron a través de sus medios de prensa suscripciones para hacer una pirámide en Toledo como monumento de la España católico-monárquica. Dicho proyecto no se materializó, aunque se recogieron sumas de dinero por parte de las Juntas del centenario en las que participaban carlistas de todas las regiones de España. Pero, particularmente, tiene interés que Canal explique que, en esta Cataluña que algunos ven tan antimonárquica, había una notoria actividad y la Junta regional catalana reunía delegados de todo el territorio, de Tortosa a La Seu d’Urgell, y de La Bisbal de l’Empordà a Tàrrega. La Junta carlista catalana peregrinaba a Montserrat, se reunía en el Palacio de Ciencias de Barcelona el 2 de junio de 1889, se leía un discurso político en catalán y se recitaba un poema de Verdaguer. 

Una vez Carlos VII abandonó España rumbo al exilio al terminar la tercera guerra carlista, vagó por algunos países incluso del continente americano antes de instalarse definitivamente en el palacio de Loredán de Venecia. Allí seguía siendo un referente para el carlismo y sus medios de prensa, además de un lugar de peregrinación para visitar al pretendiente. En esta parte del libro toma protagonismo la figura de Francisco de Paula Oller, uno de los carlistas que puso más empeño en fomentar la legitimidad y aspiraciones del residente en dicho palacio veneciano.

Nacido en Barcelona, combatió siendo adolescente en la última guerra carlista y su importancia radica en mantener viva la llama del carlismo a través de la edición de diarios, tanto en España como luego cuando se traslada a Argentina, guardando fidelidad a la causa tanto de Carlos VII como, tras su muerte acaecida en 1909, de su sucesor Jaime III. Oller fundó el diario Lo Crit de la Patria, escrito en catalán, en la década de los ochenta, pero luego emigró a Argentina fundando allí el diario El legitimista español

El perfil de Oller, minuciosamente explorado por Canal, le permite dar continuidad a lo que creo pretende ser el libro. No se trata de un libro de historia militar o política sino, sobre todo, realiza un enfoque sobre ese carlismo sociológico que acompaña a España todo el siglo XIX, para lo que también se citan en los capítulos segundo y tercero numerosos pasajes de los Episodios Nacionales de Galdós; y como siguió impregnado en buena parte de la sociedad española a través de sus medios de prensa, tomando la figura interesante de Oller ya que su actividad fue intensa, durante varias décadas hasta bien entrado el siglo XX y se desarrolló tanto en su Catalunya natal como en el continente americano 

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