martes, 16 de enero de 2024

CORAJE, SUDOR Y PÓLVORA

 

Coraje, sudor y pólvora (1972) es un western que me parece es muy desconocido. Ninguno de los intérpretes principales me suena de nada y solo conozco algunos secundarios como el eastwoodiano Geoffrey Lewis, Bob Hopkins y Royal Dano. Pero la veo porque el director es Dick Richards, del cual solo había visto Adiós, muñeca, que me parece una de las mejores películas de cine negro de la historia, con un enorme Mitchum haciendo de Marlowe y estando ocupado durante la película en rezar en el convento con los demás frailes. Y no me defrauda esta película de Richards que, sin ser excelente ni tan atractiva como Adiós, muñeca, sí es un western con muchos puntos de interés.

La película sería como un cruce entre Rio rojo y las películas de Peckinpah. El argumento sería muy parecido al de la película de Hawks. Un adolescente, con ganas de ver mundo y atraído por la figura de los  cowboys, se une a un grupo que desplaza una gran cantidad de ganado a lo largo de un recorrido de miles de kilómetros para venderlo a empresarios que llevarán la carne al Este. Lo que pasa es que aquí los cowboys no se parecen a los del cine clásico sino que, siguiendo la moda de los 70 y la sombra de Peckinpah, van con barbas pobladas, visten de manera desaliñada y carecen de ningún glamour. Ya no son vaqueros del cine clásico y, por ejemplo, hay un momento en que el jefe de la partida aprovecha un descanso para zurcir parte del sombrero que lleva desgastado, algo que hubiera sido impensable en el western clásico.

La película tiene como uno de los ejes el aprendizaje del adolescente en un mundo hostil, por parte incluso de los propios compañeros y ante la indiferencia del guía de la expedición de conducción del ganado. El adolescente, llamado Ben, empezará el viaje siendo asignado como ayudante del cocinero pues, como en Río rojo, es necesaria esa figura que interpretaba Walter Brennan en aquella película. Y dará el primer baño de realidad al joven cuando le diga que es vaquero el que no puede ser otra cosa.

Como en el filme de Hawks, también aquí hay una estampida, provocada por unos ladrones de reses con los que después habrá un enfrentamiento muy violento para recuperarlas. Ben deberá lidiar en su aprendizaje con situaciones complicadas como esa estampida o cuando es asaltado mientras está de guardia y roban unos caballos al grupo, por lo que deberá endurecerse y aprender a matar.

En la parte final de la película la expedición llega a una zona controlada por un cacique local que les cobra de manera abusiva un peaje por pasar por sus tierras. El jefe de los vaqueros, Frank, aceptará dado que su grupo está en minoría. Antes de salir de las tierras del cacique, coincidirán con una comunidad de peregrinos que, impregnados de una fuerte religiosidad tipo cuáqueros, quieren asentarse en la zona. El cacique vuelve a aparecer y amenaza con echarlos a todos si antes de una hora no se van de su territorio, tanto vaqueros como peregrinos. Frank da la orden de marchar sin importarle la suerte de los peregrinos y Ben no comprende esa falta de solidaridad y decide quedarse con ellos.  Justamente los compañeros cowboys que habían sido más antipáticos con Ben deciden volver, en un gesto de dignidad un poco en la línea del final de Wild Bunch, y hay un enfrentamiento de gran violencia y duración tras el cual quedan exterminados tanto los hombres del cacique como los vaqueros. De los implicados en el tiroteo solo sobrevive Ben que ve como, de manera inexplicable, el guía de la comunidad de peregrinos manifiesta que, después de que aquella tierra ha quedado manchada de sangre, ya no se establecerán en ese lugar, sino que emigrarán a otro, con lo que el sacrificio de los vaqueros que volvieron dejando a Ben ha sido estéril y vano.

La película es muy entretenida porque, en sus 90 minutos aproximados de metraje, hay mucha acción filmada de manera fluida por Richards que, además, aparece como el autor de la historia, perfilada luego por dos guionistas.  La banda sonora fue compuesta por un habitual de aquellos años 70 como fue Jerry Goldsmith. Y es interesante como muestra un Oeste desmitificado en relación con el western clásico, en el que la violencia no tiene ningún efecto positivo en toda la película que ayude a construir nada. Ben empieza la película con la ilusión de pertenecer al mundo de los cowboys, que ha idealizado, pero luego verá un escenario de comportamientos antisociales y violentos además de comprobar que, cuando los vaqueros regresan para realizar una acción solidaria, morirán en vano pues unos fanáticos religiosos no merecían esa ayuda.

 

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