Cielo sobre Berlín (1987)
es una película de Wim Wenders que no vi en su momento y me ha gustado
bastante. Tildada por algunos como
sensiblera y pretenciosa, a mi me ha podido más ver el lado tierno y
sentimental, tal vez también ingenuo, de la historia.
Es un filme de cine fantástico
en el que dos ángeles, interpretados por Bruno Ganz y Otto Sander, sobrevuelan
la ciudad de Berlín y empiezan a ponerse al lado de diferentes personajes,
escuchando sus pensamientos mientras ellos son invisibles a los mortales.
Pasean por la ciudad y captan desazón, ilusiones, frustraciones, soledad, … en
una urbe que no puede olvidar un pasado reciente, mostrándose imágenes de la II
Guerra Mundial y como Berlín quedó arrasada, así como el muro de la vergüenza
que, en el momento de la película, llevaba 26 años construido y faltaban dos
para que cayera.
La acción de la película va
fluyendo mostrando la historia de varios personajes, con muchas escenas
filmadas en un edificio espectacular como es la biblioteca central de Berlín,
pero tiene dos líneas definidas: una viene dada por la presencia de Peter Falk,
interpretándose a sí mismo como actor que ha ido a Berlín a rodar una película
pero fue un ángel 30 años atrás que dejó ese estado para pasar a la mortalidad
aunque nota la presencia de Ganz i Sander, habla con ellos y aconseja en
particular al primero; y una trapecista de un circo de la cual se enamora el
personaje de Ganz que, finalmente, y como hiciera Falk en su momento,
abandonará su condición celestial para pasar a ser un mortal y relacionarse con
la chica que se nos ha presentado como un personaje sensible y con mucha receptividad
a dar y recibir amor.
La película está rodada casi
toda en un blanco y negro con tono sepia cuando los ángeles están junto a los
humanos observándolos, aunque no pueden interaccionar con ellos; y en color
cuando los personajes son mortales y, en particular, toda la parte final cuando
Ganz ha abandonado su condición anterior y se produce una comunión entre lo
corporal y lo espiritual.
Wenders mueve la cámara y filma
de forma cadenciosa, poética, proponiendo a base de pequeños destellos o
detalles hacer sentir una sensibilidad especial hacia personajes y situaciones, con
la impotencia de esos ángeles que no pueden intervenir hasta la parte final en
color después de la irrupción en la historia de Falk.
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