Desmontando a Harry
(1997) es una comedia de Woody Allen que, a parte de ser una de las más ácidas
que recuerdo de él, tiene una estructura más compleja que otras. Aunque Allen
siempre ha utilizado mucho los flashbacks, aquí además resulta que, como su
personaje es un escritor que ha utilizado experiencias de su vida personal en sus
libros, hay partes de la película en que se receran las ficciones de los libros.
Allen interpreta a Harry Block,
un escritor que ha de ir a recoger un premio a su antigua Universidad. Rebotado
con bastante gente de sus allegados por utilizar historias reales para sus
libros, acudirá con su hijo al cual secuestra pese a la oposición de su
exmujer, una prostituta de raza negra y un amigo que, para colmo de desgracias,
morirá al llegar a su destino.
En esta película, Allen vuelve
a centrar más el humor en sus conflictivas relaciones con las mujeres, sus
neuras y en cuestiones de tipo existencial. Así, respecto a esto último, su
apellido coincide con el apellido del caballero medieval de El séptimo sello
de Bergman y hay una escena en la que, parodiando la obra del director sueco,
aparece una parodia de la muerte con una guadaña. Siguiendo con Bergman,
también el profesor de Fresas salvajes iniciaba un viaje en automóvil
para recoger un premio en una Universidad.
Es una película bastante divertida
de principio a fin, pero también amarga porque, además de la mordacidad y
diálogos sarcásticos habituales en Allen, aquí su alter ego tiene más
elementos negativos que en otras ocasiones y cae menos simpático que, por
ejemplo, en Annie Hall. Es un Allen menos amable consigo mismo que en
otras películas.
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