Fallen leaves, recién
estrenada última película de Akis Kaurismäki, me recuerda otra película que vi
en abril del director finés rodada en los años ochenta y que se titulaba Sombras
en el paraíso.
Como en aquella película,
tenemos en Fallen leaves una historia de amor entre personajes
marginales, cercanos a la exclusión social. Ansa es una empleada de un
supermercado, a la cual se le ve poca cualificación laboral, despedida
injustamente y que ha de trabajar más tarde, después de unos días de camarera
en un bar cerrado por tráfico de drogas, en una fábrica como limpiadora. Su
vida es triste y solitaria, siguiendo por radio las noticias espeluznantes que llegan
de la guerra entre Rusia y Ucrania. Holappa es un hombre también solitario, con
problemas de alcoholismo, lo que provoca su despido, también injusto, primero en
el sector de la siderurgia y luego en el de la construcción. Ambos personajes
se encuentran en un cutre y decadente karaoke al que han ido con sus mejores
amigos y nace una atracción entre ellos. La cosa se complica cuando Holappa
pierde accidentalmente el número de teléfono de Ansa, pero volverán a reencontrarse
y, tras sufrir él un accidente al ser atropellado por un tranvía quedando en
coma inducido durante un tiempo, y haber antes dejado el alcoholismo para poder
darse una oportunidad con la chica; la película se cierra con un final
podríamos decir que optimista, una luz al final del túnel de dos personas desgraciadas.
Al igual que en Sombras en el
paraíso, el estilo de Kaurismaki es austero, minimalista, con pocos
diálogos, pero dibuja con precisión una tierna historia de amor. No necesita subrayados
innecesarios, un plano con ocho o diez colillas en el suelo a los pies de
Holappa, apostado frente al cine en que quedaron una vez, ya nos informa, a
pesar de no exteriorizar sus sentimientos y parecer una persona muy fría, de su
ansiedad por volver a ver a Ansa después de haber perdido su número de
teléfono.
La banda sonora está muy cuidada,
desde el clásico de Joseph Kosma que da título a la película y que se oye
durante la proyección, hasta Schubert; y de Carlos Gardel hasta un rock and
roll, pasando por el Mambo italiano. Y
Kaurismaki subraya su cinefilia y el tipo de cine que le gusta con los posters
de un cine en que los protagonistas han visto una película de zombis de Jim Jarmusch.
Podemos ver los cárteles publicitarios de Rocco y sus hermanos, Breve encuentro,
Círculo rojo o El dinero.
Una bonita historia de amor,
concisa y sencilla entre personas humildes.
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