Después de leer a John Gray, leo uno de los referentes científicos que citaba como apoyo a sus argumentaciones: El azar y la necesidad del premio Nobel de Medicina Jacques Monod, especialista en biología molecular. Monod defiende la singularidad que supuso la aparición de la vida hace miles de millones de años a través de un "accidente" molecular pero que, una vez producido, lleva inexorablemente a que se desarrollaran entes y organismos más complejos, tal como explica al principio del libro:
La tesis que aquí presentaré
es que la biosfera no contiene una clase previsible de objetos o de fenómenos,
sino que constituye un acontecimiento particular, compatible seguramente con
los primeros principios, pero no deducible de estos principios. Por lo tanto,
esencialmente imprevisible.
La biosfera es, en mi
opinión, imprevisible en el mismo grado que lo es la configuración particular
de los átomos que constituyen ese guijarro que tengo en la mano.
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