Después de muchos años, veo Manhattan.
Leí hace poco sus memorias y creo que Allen acierta cuando dice que, de las
aproximadamente 50 películas que ha dirigido, solo valen verdaderamente la pena
10 o 12. Debo haber visto más de veinte y Manhattan es de las que valen la pena.
Allen estaba en estado de
gracia en 1979 y dos años antes había hecho Annie Hall. Me parece más
divertida Annie Hall, con momentos de gran comicidad y más ingeniosa en como
cuenta la historia, además de ser más rica en temas pues no solo se muestran
las crisis de parejas de unos personajes intelectuales de clase media alta
neoyorquina como en Manhattan, sino que se hacen más alusiones, desde su
habitual tono humorístico, a la religión judía y al sentido de la vida. Pero, en cambio, Manhattan tiene puntos a favor
que no tiene Annie Hall: la música de Gershwin y el blanco y negro de Willis.
De hecho, la imagen más icónica del cine de Allen pertenece a Manhattan.
No sé si ahora el púbico más
joven puede disfrutar de una película como Manhattan pues el humor, en varias
ocasiones, viene dado por referencias literarias, musicales o cinematográficas
que, si no conoces, no puedes pillar lo que Allen pretende que divierta. Creo
que es una de las películas de Allen en las que esto resulta más patente.
Dentro del cuartero protagonista,
y entre las idas y venidas de sus historias de pareja, queda claro que, frente
a la inmadurez de los tres protagonistas que tienen en torno a los 40 años, la
única que realmente es más coherente y honesta a lo largo de la película es la
joven Tracy, de 17 años, interpretada por Mariel Hemingway.
En definitiva, un gran clásico.
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