domingo, 12 de noviembre de 2023

EL GENERAL DE LA ROVERE

 

Del encuentro entre dos talentos como Rossellini y De Sica cabía esperar lo mejor y así fue como, en 1959, rodaron El general de la Rovere, película que arranca su acción en Génova en el año 1944, una vez los alemanes ya se dedican a defender sus posiciones en el norte de la península itálica ante el avance aliado.

La película, de unas dos horas de duración, tiene dos mitades muy diferenciadas. En la primera parte, vemos a Bertone como un ser más bien despreciable. Es un embaucador que se dedica a dar noticias, normalmente falsas, a personas que tienen familiares perseguidos por los alemanes aprovechando sus contactos con mandos del ejército ocupante. Ludópata y mujeriego, siempre apurado de dinero, no duda en dar noticias falsas cobrando una importante suma de dinero como, por ejemplo, hace con una mujer cuando su marido ya ha sido ejecutado. Esta primera parte está rodada siguiendo el estilo neorrealista iniciado quince años atrás y De Sica, gran actor de comedia en los años 30 con personajes de caradura simpático, burlón y liante, lo borda aquí cogiendo algunos de esos caracteres pero en una película profundamente dramática. No obstante, algún gesto de nobleza sí asoma en su carácter como cuando se pasa unas cuantas escenas intentando dar un timo con un zafiro falsificado y, al ver que va a picar el anzuelo una prostituta por la que siente cariño, rompe el cheque con el que le había pagado. Pero, en general, es un personaje de gran bajeza que representa aquella Italia que el fascismo modeló durante veinte años como moralmente miserable.

La segunda parte se inicia cuando, arrestado por los alemanes por sus trapicheos, un coronel nazi propone a Bertone representar el papel del general de la Rovere, un militar de la resistencia que ha muerto intentando desembarcar en la península, internándolo en una prisión para descubrir a los líderes de la Resistencia partisana. En esta parte, la película se desarrolla como drama carcelario y está rodada dando a los muros una presencia agobiante, oprimiendo a Bertone que, en una de las mejores escenas de la película, lee los mensajes que han dejado en la celda gente que luego fue ejecutada.

Bertone empieza a ver las duras condiciones carcelarias y el espíritu de gente que es capaz de no dar ninguna información a los alemanes aun sufriendo palizas que los llevan a la muerte. Empezará a dudar de seguir colaborando con los alemanes y decidirá finalmente no hacerlo, lo que conlleva seguir representando al general, pero con la dignidad de no ser un traidor a Italia. En otro gran momento de la película, compartirá celda con varios prisioneros más y el guardián irá diciendo de manera aleatoria los nombres de aquellos que serán ejecutados en un tenso y largo plano secuencia. El jefe de la Resistencia que buscan los alemanes no es nombrado, pero sí el general y Bertone afrontará con dignidad y heroísmo su situación hasta el final, rechazando un último intento del coronel nazi para que colabore hecho instantes antes del fusilamiento. De Sica sigue espléndido en esta última parte de la película y demuestra que, más bien encasillado en la comedia, también fue un gran actor dramático, cosa que también acreditó en la inolvidable Madame D.

Rossellini filma con maestría ese momento de cambio en el personaje. De igual manera que  tocaba una tecla mágica en  el matrimonio de Bergman y Sanders que suponía reconducir su fracaso como pareja en Te querré siempre; también aquí nos muestra el cambio que experimenta Bertone, de caradura apocado con pocos escrúpulos a hombre que mantiene su dignidad de manera heroica aunque lo pague con la vida.  

 

 

 

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