Víctima, dirigida por Basil Dearden en 1961, es una película importante dentro del
cine inglés por el tema que aborda mostrando como era la legislación en aquella
época reprimiendo la homosexualidad. Era
ilícito en el Reino Unido mantener relaciones homosexuales hasta 1967 y, en los
años previos a la derogación de esta norma y aunque la policía había relajado
de oficio la persecución de lo que entonces eran delitos, fueron frecuentes las
extorsiones a homosexuales.
La película era valiente en su momento porque aborda este
tema y Dirk Bogarde interpreta a un abogado bien posicionado y en apariencia
felizmente casado, llamado Melville Farr, que se desentiende de las llamadas de
auxilio que le hace al principio de la película un joven chapero que es
extorsionado y, por proteger a Farr, se ahorca en su celda una vez ha sido
detenido por la policía a causa de haber robado en la empresa en que trabajaba
para pagar a los extorsionadores. Aparentemente de carácter frío y reservado,
Farr afrontará con dignidad la situación, reparando la indiferencia inicial hacia el muchacho con el cual había cortado la relación y se propondrá descubrir a los extorsionadores, procurando que sean detenidos por la policía y juzgados. Para ello, entrará en contacto
con amigos del joven y otros miembros del colectivo gay que están siendo
extorsionados. Una vez detenidos los extorsionadores, no le importará actuar
decididamente como testigo en el juicio que se celebre aunque ello afecte negativamente
a su buena posición como jurista. Querrá afrontar solo esta situación rechazando
la ayuda que le quiere prestar su mujer,
la cual había tenido conocimiento de la homosexualidad de Farr antes de casarse
y creía que no había vuelto a tener trato con hombres.
Parece que la película, al abordar este incómodo tema para la
sociedad británica, contribuyó a concienciar a la sociedad y posibilitar que,
pocos años después, se despenalizará la homosexualidad en el Reino Unido.
Además de la importancia desde un punto de vista social e
histórico, la película está bastante bien. En primer lugar, está muy bien interpretada
por Dirk Bogarde y Sylvia Syms (era un papel arriesgado para Bogarde, del que
nunca se tuvo muy clara su orientación sexual). Además, es una película bien
filmada y el guion funciona muy bien porque la trama de la película interesa al
margen del tema concreto, como thriller que entretiene en todo momento y te
hace estar pendiente de cómo se resolverá.
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