viernes, 27 de octubre de 2023

LA NOSTRA CIUTAT

 

Vamos al Lliure a ver La nostra ciutat, y le digo a Jordi cuando acaba que la obra me ha sugerido una frase de la canción El ángel exterminador de Los Ilegales: el mundo es basura pero me gusta estar vivo.

Escrita en 1938, esta obra de Thorton Wilder, a través de 3 actos, describe unos personajes que viven en Grover’s Corners (New Hampshire) en 1901, 1904 y 1913.  La localidad es una pequeña ciudad de 2.642 habitantes y su vida apacible, aburrida y tradicional es descrita en los dos primeros actos de la obra, en clave de comedia costumbrista y destacando la música como elemento de cohesión de la comunidad con sus himnos religiosos y la participación de los ciudadanos en el coro local. Hay dos núcleos familiares encabezados por un doctor y un director del periódico local junto a sus mujeres que se dedican a las tareas del hogar y sus hijos. Un pueblo muy corriente y normal del cual una narradora nos va introduciendo en la historia y participa también ocasionalmente dando vida a algún personaje. Mientras en el primer acto se describen situaciones absolutamente cotidianas (un almuerzo, la llegada de los niños de la escuela, …); en el segundo acto el tema central, siguiendo con retratar a ese mundo tan tradicional, es la boda de George y Emily, los hijos de las dos familias.

Y el tercer acto es el mejor, sube la intensidad dramática porque la obra pasa de lo local a lo universal para tratar el tema de la muerte y el más allá. Se abre directamente mostrando varias sillas con un actor “muerto” sentado que simulan ser tumbas y la llegada de un cortejo fúnebre para enterrar a Emily, que ha muerto dando a luz a su segundo hijo. Emily aparece en el escenario ya separada del mundo de los vivos pero dispuesta a hablar con los muertos los cuales le dicen que su presencia tiene por objeto olvidarlo todo, ir extinguiéndose poco a poco. Emily no quiere separarse de la vida, pide recrear un día feliz de su vida, su duodécimo aniversario y la narradora, como Deus ex machina, le concede esa gracia. Emily se angustia cuando ha podido retroceder hasta ese día y lo comparte con su madre y demás familiares; sabe que está muerta, como también lo está su hermano al que se le perforó el apéndice y comprende el valor que tiene la vida, el aprovechar cada momento. Definitivamente angustiada, pide cesar esa recreación de 16 años atrás y dice: No puedo, no puedo seguir. Todo es tan rápido. No tenemos tiempo de mirarnos bien. No lo sabía. Así que todo eso estaba pasando y nunca nos dimos cuenta. Lléveme a la colina, a mi tumba. Lléveme a la colina, mi tumba. Pero antes: espere. Déjeme mirarlo una vez más. Y entonces ve Grover’s Corners por última vez.

Parece que Wilder nos dice que hemos de aprovechar la vida, aunque sea un sitio tan aburrido como Grover’s Corners. Y el globo terráqueo está lleno de Grover’s Corners, ya sea en el ámbito rural o en el urbano, y ya sea en pequeñas o grandes ciudades.

Muy buena escenografía, algunas muy buenas interpretaciones de los 15 actores participantes y buena tarde de teatro en Montjuich.

La obra fue objeto de una adaptación cinematográfica, dirigida por Sam Wood e interpretada por William Holden y Thomas Mitchell, que supongo debe ser difícil de localizar.

 


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