domingo, 29 de octubre de 2023

BARÇA 1 - REAL MADRID 2

 

(crónica futbolística escrita a petición de Júlia)

Gundogan rompió la autocomplacencia que pareció instalarse en algunos ambientes y personajes del mundo blaugrana tras la derrota de ayer en Montjuich.  Varios protagonistas del entorno barcelonista hablaron de la proverbial suerte del equipo merengue, del penalty de Tchoumani a Araujo e incluso, de una manera temeraria, Xavi afirmó que el equipo había dado un paso adelante. Más certero me parece al análisis de Gundogan al indicar que al equipo le faltó carácter. En el terreno de juego vimos inconsistencia del equipo en los momentos decisivos de la segunda parte y, por lo que afirma el futbolista germano, detectó falta de rebeldía y carácter ya en el vestuario.

Si una de las lecturas del partido es que el R.Madrid jugó muy poco a fútbol, resulta especialmente preocupante que con ese poco se llevará el partido. La primera parte resultó poco atractiva pero el Barça estuvo mejor que el rival. El centro del campo blaugrana controló el ritmo del partido y el R.Madrid estaba, como muchas veces, a verlas venir. Tampoco esa superioridad del Barça generó un alud de ocasiones de gol. El gol de Gundogan es sobre todo fruto de las vacilaciones de la defensa blanca y el palo de Fermín nace de una presión adelantada de Gavi. Sin noticias en este primer tiempo de Joao Félix, Tiburón Torres y Cancelo. Al Barça le falta gol.

En la segunda parte el Barça pudo sentenciar a los pocos minutos en un remate de Iñigo, cabeceando un centro de Fermín tras la segunda jugada después de botar un córner, que se fue al palo y el posterior rechace de Kepa al disparo a quemarropa de Araujo. Después de esta jugada que pudo cambiar el partido, llegó el turno de los entrenadores moviendo el banquillo.  La conclusión es clara: Ancelotti mejoró a su equipo con los cambios y al Barça le pasó lo contrario con los que hizo Xavi.

El Barça perdió el centro del campo y la pelota empezó a moverla el Madrid, sobre todo tras la entrada de Modric y Camavinga en el terreno de juego. Y, en ese momento, apareció el jugador que, de no lesionarse, puede salvar la temporada de un Madrid con una plantilla muy corta en ataque y con un delantero centro cedido por el Espanyol. Bellingham, borrado por Gavi durante todo el partido, se sacó un latigazo a unos 35 metros que, a pesar de los esfuerzos de un Ter Stegen que tal vez pudo hacer más, se coló en la portería. Está claro que, enredado Vinicius en sus absurdas guerras ajenas a lo futbolístico y con un Rodrigo intermitente y superado en la responsabilidad de ser un referente ofensivo en un equipo grande, el jugador diferencial del Madrid es Bellingham.

Tras el empate, el Barça había perdido el control del partido, tenía las líneas más separadas y ninguna de las cuatro entradas ( Lamal, Lewandovski, Rafinha y Romeu) tuvo un impacto positivo en el partido al punto que parece cuestionable que alguno de ellos, casi milagrosamente recuperado, estuviera físicamente en buen estado para jugar ayer.  Aculado en campo propio y defendiendo sin balón, cosa que no sabemos hacer, ya dábamos por bueno el empate cuando, en una jugada afortunada, la pelota apareció en la frontal del área pequeña y allí estaba Bellingham para marcar a placer.

Cuatro puntos, quedando 81 por disputar, no son importantes y perfectamente recuperables. Pero las sensaciones no son buenas. La confección de la plantilla sigue arrojando muchas dudas y todavía genera más la solvencia del entrenador, especialmente por su lectura de los partidos que me lleva a cuestionarme seriamente la existencia de universos paralelos.

Y empezamos una semana complicada. Hay que gestionar la derrota en el clásico (me adapto a regañadientes a llamar así al Barça-Madrid), sofocar el incendio de Gundogan y con un partido aparentemente complicado en sábado en Donosti.

 


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