Historia de un crimen, de
Víctor Hugo, es un libro que recorre los cuatro días en los que Luis Bonaparte,
presidente de la República Francesa, da
un golpe de estado y disuelve la Asamblea Nacional. El golpe tuvo lugar el 2 de diciembre de 1851 y
es que a Bonaparte se le acababa el mandado de presidente de 4 años que, constitucionalmente,
no podía ser renovado. Como añagaza para atraer el favor popular, prometió el
restablecimiento del sufragio universal que, una Asamblea inclinada hacia la
derecha, había derogado unos meses antes. En realidad, sus intenciones eran
imponer un régimen autoritario y pocos meses después se iniciaba de nuevo el Imperio
y Bonaparte era coronado como Napoleón III.
Hugo era miembro de la Asamblea Nacional
y, desde el principio del golpe, manifiesta su absoluto rechazo. De hecho, él
ya había cuestionado la figura de Bonaparte cuando el futuro emperador interviene
militarmente en Italia a favor del Papado estando ese tipo de intervención en
el extranjero vedada por la Constitución.
En muchas de las cosas que explica,
Hugo las vive en primera persona y era uno de los referentes de los miembros de
izquierda de la Asamblea. Otros hechos los cuenta según le han sido relatados
de primera mano por los protagonistas. El relato es vigoroso, apasionado y
comprometido con la causa que defiende.
Durante los días 2 y 3 de diciembre,
una parte de la Asamblea se resiste al golpe, celebran reuniones clandestinas,
intentan utilizar imprentas para hacer llegar panfletos y movilizar a la población
(especialmente los obreros) e incluso hacen acopio de armas y pólvora para enfrentarse
militarmente al ejército que, mayoritariamente, se ha inclinado por Bonaparte. El
día 4 de diciembre, con varias barricadas diseminadas por la ciudad como efecto
de la resistencia de Hugo y sus colegas, el ejército entra a sangre y fuego por
las calles de Paris, arrasa las barricadas y se produce un número importante
de víctimas mortales. A partir del 5 de diciembre, constatando que la resistencia
al golpe ha fracasado, a Hugo y otros asamblearios no les quedará más remedio
que tomar el camino del exilio y el gran escritor lo pasará en Bélgica e Inglaterra.
Para Hugo, Francia era el faro de
Europa en cuanto a poner en práctica los principios revolucionarios y que el
poder reside en la soberanía nacional; y Bonaparte lleva a cabo una política
criminal con su golpe de estado.
Hugo insufla dosis de épica en su
relato, por parte de sus correligionarios e incluso de sí mismo, retratándolos como
gente dispuesta a morir por la libertad de la nación; pero las cosas no debían
ir tan bien para la mayoría de la población ya que no hubo un levantamiento
general contra el golpe y, aunque mucha gente perdió la vida, la represión fue
de escasos días, relativamente significativa tan solo en París y Bonaparte consolidó su poder durante dos
décadas.
En las últimas páginas, y saltando
al año 1870, Hugo explica la desastrosa batalla de Sedán que significó el fin
de Napoleón III. Hugo lo retrata como un mal estratega que culmina sus numerosos
desaciertos en esa batalla y, comparándolo con su supuesto tío (parece que el
ADN no coincide), reconoce en Napoleón I una grandeza, incluso con su última
derrota en Waterloo, que niega expresamente a Napoleón III.
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