jueves, 3 de agosto de 2023

EL BUEN AMOR

 


El buen amor es la primera película que rodó Francisco Regueiro. Fue en 1963 y, en los títulos de crédito, aparece junto a su nombre y otros del reparto artístico y equipo técnico de la película que eran miembros de la Escuela Oficial de Cine.

El argumento es muy sencillo. Una pareja de novios (Simón Andreu y Marta del Val, ésta última en realidad un falso nombre ya que la actriz era francesa y se llamaba Monique de Longeville), estudiantes universitarios de Madrid, se desplazan para pasar un día en Toledo y escapar de la rutina.

La parte inicial del viaje en tren ya ocupa una parte importante del metraje. En aquella época no había AVE y el tren se toma su tiempo, se para en Pinto y Valdemoro, además de otras estaciones. En el tren ya se empieza a retratar como es la época, con una represión sexual muy marcada. Una pasajera mira con desaprobación como los novios se abrazan y está la presencia en el vagón de una pareja de la guardia civil,  que se muestran amables pero vigilantes e imponen un respeto a la autoridad. También el poso de la guerra civil está presente en la película, en una alusión que hace un viajero del tren así como cuando, en la parte final de la película, la chica dice que quiere leer un buen libro sobre la guerra ya que está despistadilla sobre ese tema.

Llegan a la estación de Toledo, en el mismo emplazamiento en el que ahora llega el AVE, y cruzan el Tajo a través del puente de Alcántara. Allí ya se ve una imagen muy típica de Toledo sobresaliendo la catedral y la ciudad está muy presente en la película, más incluso que en la Tristana de Buñuel. Los personajes pasean por el Zocodover, la catedral, el museo de El Greco o la iglesia de Santo Tomé cuando ven El entierro del conde Orgaz, además de por muchas callejuelas.

En Toledo se sigue mostrando la represión sexual de la época. Ya antes en el tren Andreu ha obtenido una negativa cuando quería besar en la boca a la chica. Llegado a Toledo, Andreu va a una barbería a afeitarse y el barbero le dice que allí no se puede hacer nada, tenga o no pareja. En su paseo por Toledo, la pareja demuestra una gran inestabilidad emocional. Tienen momentos de estar bien juntos, en otros se pelean y se muestran en muchas ocasiones como inmaduros, especialmente Andreu que tiene algunas salidas casi infantiles. Se intuye que la vida en Madrid es mediocre, anodina y que ir a Toledo ha sido como algo excepcional para escapar de la rutina.  No parece que tengan mucha confianza en el futuro, sobre todo Andreu que estudia Derecho y su padre quiere que, ante su escepticismo y falta de ganas, oposite a un trabajo en un banco. La falta de expectativa de futuro no es solo ya a nivel individual, como pareja al llegar a la estación Andreu ha negado a un conocido que vaya con su novia.

En un momento de distanciamiento se pelean y Andreu tontea con una dependienta de una tienda de bordados a la que invita al cine para ver La colina del adiós. Pero enseguida salen del cine y, cuando Andreu ve a Del Val sola paseando por Toledo, deja a la dependienta plantada y se va tras ella.  Otra vez juntos, vuelven a la estación, se adentran en el andén para coger el tren de vuelta a Madrid y la cámara permanece estática enfocando la puerta del vestíbulo al andén y se ve como el tren parte sin ningún otro plano de los protagonistas.

Parece que la película tuvo mala acogida tanto por el público como por la crítica. En cambio, fue seleccionada para el festival de Cannes y allí sí gustó bastante. Max Aub y Luis Buñuel hablaron muy favorablemente de la película.

Es entendible que en España no tuviera buena acogida. Regueiro filma de un modo poco convencional para lo que era la cinematografía española en ese momento. Es una película en la que el director parece disfrutar poniendo la cámara con libertad, a veces un plano sobre las cabezas de los actores filmándolos en picado, en otros momentos planos con un diálogo entre los actores en que no se miran y uno da la espalda a la cámara; y aprovechando los escenarios naturales de las calles de Toledo. Me parece bastante clara la influencia de la nouvelle vague.  Además, es una película casi sin argumento, con actores que eran desconocidos y con un final que no llega a ninguna conclusión.  Al margen de retratar una época triste y de represión como todavía lo era España en 1963, la película también trata de temas intemporales como el aburrimiento y la falta de expectativas, las ilusiones que se frustran con rapidez y Regueiro filma todo esto con estilo, elegancia y de manera innovadora.


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