La
historia trata sobre una exprostituta llamada Matilde (Esperanza Roy) que
entabló una relación con un soldado negro americano que está enrolado en el
ejército y destinado a una base americana en España, se casó con él y tienen un
hijo en común. El soldado quiere regresar a los EEUU y llevarse a su mujer y su
hijo, asustado ante la posibilidad que, ante las tensiones internacionales, sea
destinado a Vietnam u Oriente Medio. Ella no quiere irse a los EEUU y, al
inicio de la película, el soldado queda movilizado dentro de la base sin que su
mujer angustiada pueda contactar con él. A través de flashbacks la acción retrocede a cuando los protagonistas se conocieron y también aparece en la
historia Luis, un hombre ya maduro, casado y muy bien situado, interpretado
por Alfredo Mayo, que fue cliente preferente de Matilde y vuelve a su vida en
esos momentos de angustia para proponerle ser su querida. El final es abrupto y
totalmente abierto.
Sorprende
ver en una pelicula española relaciones interraciales o que la guerra de
Vietnam aparezca de fondo como asunto importante en la trama. Sin duda,
Regueiro era un director con mucha personalidad . Y eso ya se demuestra, además de por la temática, desde
los títulos de crédito, unas tomas sobre las luces de neón de los teatros,
cines y restaurantes de la Gran Via madrileña ( con influencia americana pero
ajenas a la filmografía española); o la utilización de rumba o jazz como
acompañamiento a la ambientación de la película en locales de alterne o bares
de mala muerte en el primer estilo, o por donde se mueven los soldados
americanos en el segundo.
La
película funciona bien como melodrama con el personaje de Roy debatiéndose
entre el amor a su marido y las dudas sobre abandonar España; y aprovecha bien
el personaje de Mayo como ejemplo de la sociedad hipócrita de la época. La
historia está bien explicada y no aburre en ningún momento.
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