UNA SALIDA HONROSA
Una salida honrosa, último libro de Eric Vuillard, explica la presencia de Francia en la península de Indochina y su retirada tras una debacle militar a mediados de la década de los cincuenta, con una última mención de la evacuación de Saigon en 1975 por parte de los estadounidenses que dejó la imagen icónica de helicópteros recogiendo in extremis a los últimos evacuados en la azotea de la embajada americana.
Como en otros libros de Vuillard, explica la historia a través de observar de manera detallada, minuciosa, el comportamiento de algunos de los personajes que participan en la misma, aquí políticos y militares franceses básicamente. Vuillard refleja bien cómo eran los participantes en la desastrosa experiencia francesa en aquella parte del continente asiático. Una mezcla de gente en la que encontramos incompetencia, arrogancia, soberbia, falta de escrúpulos y, con el estilo de Vuillard, los sentimos repugnantemente cerca de nosotros. Y la sensación que se podía haber evitado tantas muertes, tantos sufrimientos pero había que guardar el orgullo de una nación, su grandeur, que ya no estaba en condiciones de mantener después de la II Guerra Mundial.
Con una introducción en la que, a través de informes de la Inspección de Trabajo, se muestra la brutalidad de la explotación colonial francesa en las primeras décadas del siglo XX, el libro se centra en cómo Francia se empeña de manera obstinada en mantener su control sobre el territorio indochino después de la II Guerra Mundial. Sencillamente, era una guerra que no podían ganar, no podían pagar una guerra que salía muy cara ante unas tropas vietnamitas muy superiores en número. Así , una serie de reveses militares culminan en la batalla de Dien Bien Phu, en la que quedaron encerradas en un valle algunas topas de élite francesas lanzadas en paracaídas y un grueso mayor compuesto por magrebíes y senegaleses. Rodeados por las tropas vietnamitas del general Giap, los franceses son machacados por fuego de artillería hasta su rendición con varios miles de prisioneros que hace el ejército vietnamita.
Hasta aquí, los hechos militares. Pero Vuillard explica más, y creo que resulta lo más repulsivo de aquel desastre francés. El gran capital, sociedades mineras o bancarias, participan de la historia aplicando su lógica que desprecia e ignora el sufrimiento humano. Por un lado, varias batallas que se libran en la primera parte de la década de los cincuenta tienen por objeto proteger intereses de compañías mineras francesas. Por otra parte, grandes corporaciones industriales y bancarias habían puesto a salvo sus intereses en Indochina trasladándolos a otros lugares, ante la certeza que Francia no podía ganar aquella guerra y acabaría perdiendo la colonia. Al mismo tiempo que hacían esto, sí financiaban al ejército francés y provocaban un problema de deuda pública en el estado francés. La conclusión es que el gran capitalismo siempre gana en este río revuelto que fue el final del colonialismo tras la II Guerra Mundial.
Luego vendría la guerra de Vietnam en los sesenta, con el neocolonialismo de los EEUU apoyando a Vietnam del Sur, y su estéril victoria militar, cimentada en el poderío aéreo, hasta la derrota política que supone el acuerdo de paz de 1973, que sólo es un paréntesis breve hasta la reunificación de Vietnam en 1975 en un conflicto en el que los americanos ya no se podían volver a meter.
Vietnam, un poco al estilo chino, se convierte en un régimen comunista, de partido único y abierto al capitalismo global, experimenta un despegue económica e ingresa en 2007 en la Organización Mundial del Comercio. Demasiadas muertes y sufrimientos explica Vuillard en su libro para que el país acabara de esta manera por culpa de la obstinación y orgullo francés.
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