POR LA EUROPA DE LA POSTGUERRA
Julio Camba escribió este libro de viajes aun cuando, como advierte en el prólogo, él creía que los libros de viajes eran una impostura y que, pudiendo hablar de una espléndida catedral gótica o la levita de un gerente de hotel, su tendencia natural ha sido hablar de la levita. Tampoco está mal fijarse en los detalles, al fin y al cabo de la catedral de puede leer en un libro de arte pero de la levita del gerente en ningún otro sitio.
Camba relata sus andanzas, después de la I Guerra Mundial, por cuatro países: Alemania, Inglaterra, Italia y Portugal. Y, efectivamente, va al detalle y convierte su libro en ameno, con su estilo irónico y chispeante. No había leído nada de Camba y al parecer dijo que su literatura no estaba hecha ni demasiado en serio ni demasiado en broma. Seguramente, esto no se debería aplicarse solo a la literatura sino a la vida misma.
La parte que más me ha gustado es la dedicada a Italia. Y hay un momento en que describe muy bien la diferencia en el uso del espacio público, la calle, en los países del norte de Europa y los del sur. Así, escribe a propósito de Nápoles: En Londres, la calle es algo así como una vía ferroviaria por donde las gentes se trasladan de un sitio a otro. En París. con sus anchas aceras y sus vistosos escaparates, constituye más bien un paseo. En Nápoles es una prolongación de la casa. La calle inglesa es para andar; la calle francesa para pasear; la napolitana, para estar.
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