Siempre es invierno es un melodrama, dirigido por David Trueba, interpretado en sus papeles principales por David Verdaguer, Isabelle Renaud y Amaya Salamanca.
Trueba se adapta a sí mismo, basándose en su novela corta Blitz. Se trata de una película que muestra la desorientación vital de un hombre, tanto por su fracasada relación sentimental, como por sus problemas para desarrollar su faceta profesional como arquitecto.
Miguel y Marta son una pareja que llega a Lieja en el mes de enero para asistir a un congreso de arquitectura. Allí les recibe Olga, una mujer de unos 60 años, francesa afincada en Bélgica, divorciada de un alemán y enamorada de la isla de Mallorca, a la cual va cada año para celebrar la Nochevieja y ver el primer amanecer del año en el litoral balear.
Enseguida advertimos que la relación entre Miguel y Marta no va bien así que, de manera intencionada o no, a través de un equívoco con el watsup Miguel se entera que su novia ha retomado una relación con un antiguo novio, un cantautor uruguayo que la dejó años atrás y fue lo que provocó que la pareja protagonista viviera cinco años junta. Miguel decide quedarse en Lieja, bastante colgado y se encuentra en un parque con Olga, que lo acoge en su casa y tienen un breve romance a pesar de la ostensible diferencia de edad. Se trata de un amor imposible por lo que Miguel regresa a Madrid, con el 80% del metraje del filme consumido. El 20% restante transcurre a toda velocidad por los otros once meses del año, viendo la evolución del personaje de Miguel, que no logra recomponerse ni en el aspecto personal ni profesional, hasta que decide visitar Mallorca en el último día del año.
La historia es dramática pero pasada por el filtro de la comedia gracias a un David Verdaguer que lleva casi todo el peso de la película, afianzándose como un valor seguro. Aquí hace una interpretación un poco cercana al espíritu de Woody Allen; se trata de una historia agria, un hombre que no es feliz, pero el personaje tiene una vis cómica. Otra gran interpretación es la de Isabell Renaud, que deja su huella en la película mostrándose desnuda en una tórrida escena con Verdaguer cuando tienen el romance. Más desdibujada aparece Amaya Salamanca, con un nivel inferior al de sus compañeros de reparto; además, desaparece sobre el primer tercio de la película y solo reaparece en una breve escena, sin diálogo, paseando por Madrid de la mano del cantautor uruguayo y embarazada.
La verdad es que la película no aburre en ningún momento, cosa que ya es de agradecer. Verdaguer y Renaud están espléndidos y los tonos grises de la ciudad belga ilustran el momento vital del protagonista. Sin ser una gran película, con una parte final con poca profundidad y un tanto forzada, el balance final es positivo.
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