Las conclusiones que, respecto a la ley de amnistía, hoy se han hecho públicas del abogado de la UE, Dean Spielmann, merecen todo el respeto, como también lo merecerá la sentencia que el TJUE dicté en unas semanas y que, previsiblemente, respaldará casi por enteras dichas conclusiones. De las sentencias se puede discrepar, pero, en un estado de Derecho, se acatan y se cumplen.
No obstante, sorprende que en las conclusiones se habla de la amnistía como algo que parece haber sido aprobado en un contexto real “de reconciliación política y social”. Hay datos objetivos que Spielmann no puede soslayar. La ley de amnistía fue aprobada por 177 votos a favor, 172 en contra y ninguna abstención. Una aprobación por mayoría de 2/3 podría dar lugar a pensar que se daba ese contexto, pero una ajustadísima votación con cinco votos de diferencia deja claro que se consiguió con una mayoría precaria.
Si Spielmann tenía que concluir sobre la ley de amnistía, el debate jurídico no puede quedar al margen de las vicisitudes políticas que se dieron en su tramitación. No hace falta ser excesivamente sagaz para saber que la ley se aprueba poco después de la sesión de investidura y que, uno de los grupos beneficiados por la ley, regatea hasta el final sus 7 decisivos votos para investir al desvergonzado Sánchez.
Entiendo que Spielmann no esté al caso de la furibunda reacción de la parte más radical del independentismo porque en el disco de Rosalía sale la Escolanía de Montserrat cantando en castellano, o desconozca las acciones inquisitoriales de Plataforma per la Llengua, presididas por el supremacismo y la xenofobia. Pero disponía de datos objetivos, que parece haber omitido, si ha llegado a la conclusión que no hubo autoamnistía y, en Catalunya, hay un contexto de reconciliación política y social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.