En 1953, Luis Buñuel dirigió un potente melodrama titulado El bruto. Contó en el reparto con dos estrellas como Pedro Armendáriz y Katy Jurado, con un guion escrito por el propio Buñuel y Luis Alcoriza. A priori, no hay muchos elementos característicos del cine de Buñuel, no es de sus películas más personales y se distanció del resultado final por cambios que introdujo la productora. No obstante, me ha parecido, sin estar a la altura de sus mejores películas, un melodrama excelente.
La película empieza con un toque de crítica social, sin tener en ese sentido la intensidad de Los olvidados. Vemos a un propietario con muy malas pulgas que quiere desahuciar a un grupo de vecinos y, ante su oposición, busca a lo que ahora llamaríamos Desokupa. Contacta con un hombre forzudo y de poco cerebro (Pedro) para que asuste a los vecinos y consiga que se marchen. Entregado a su trabajo, primero golpea a un hombre, se le va la mano y este muere. Posteriormente, se enamorará de la hija del difunto, una chica dulce llamada Meche, mientras, a la vez, es tentado por la amante del propietario, una mujer perversa llamada Paloma.
Mientras la presión sobre los arrendatarios va surtiendo efecto, la película se vuelca hacia el final en la parte melodramática. Paloma se enfurece al ver a Pedro con Meche y, con suma malicia, revela a la chica que Pedro mató a su padre, además de fingir ante su amante que ha sido agredida sexualmente por Pedro. Ello desencadena el final del filme, el asesinato del propietario a manos de Pedro y su enfrentamiento a tiros en la casa donde se iniciaba la película con las fuerzas del orden.
Jurado hace una gran interpretación de la malvada Paloma, siendo inquietante la mirada que intercambia con un gallo grande y negro hacia el final de la película, en uno de los que diría son pocos toques personales del director de Calanda. Pero aun siendo una película de la que Buñuel se desentendiera, resulta un melodrama fluido y con mucho brío, que no desmerece muchas películas americanas de la época y las prestaciones de Katy Jurado pueden compararse a las de una Bette Davis. Además, la poderosa presencia de Jurado tiene el contrapunto de una presencia imponente en el protagonista masculino, un Armendáriz que también hace una gran interpretación, derrochando fortaleza y vulnerabilidad en su personaje.
Junto a Abismos de pasión, esta película demuestra que, sin esforzarse mucho, Buñuel dominaba los resortes del melodrama.
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