Vemos un monólogo de Gonzalo
Cunill en el Heartbreak Hotel. Se trata
de Un error sublime, del autor belga Jan Lauwers. La escenografía la
compone una especie de altar toda de elementos de vidrio, unos encima de otros en
inestable equilibrio si cae una de las piezas, con una plataforma también de vidrio
en un lado, cristales rotos por el suelo y una silla verde en una esquina.
Cunill representa tres personajes, asume en papel protagonista a Gonzalo, un difunto del que se está celebrando el velatorio en el que están sus mejores amigos: un cascarrabias llamado Alex, que tiene una visión pesimista del mundo; y una mujer llamada Christine, que tiene una mirada sobre el mundo menos ácida, aunque no llega al optimismo de Gonzalo. Cuando Cunill interpreta a Alex se acerca a la esquina donde está la silla verde y, cuando le toca hacer el papel de Christine, se sitúa en la plataforma de vidrio. El resto del tiempo Cunill se va desplazando por el escenario, explicando la historia y también interactuando en ocasiones con el público.
Gonzalo explica su relación, a
lo largo de muchos años, con sus amigos. Una relación en la que hay claros y
oscuros como la escenografía utilizada. Momentos de armonía y belleza, como tienen
las figuras de vidrio, pero también otros de fragilidad, de fractura e inestabilidad.
Y unas ganas de entender el mundo por
parte de Gonzalo que no logra conseguir porque se da cuenta, tal vez de manera
tardía, que, posiblemente, no haya nada que entender. Gonzalo lleva el peso de
la narración y su discurso es, en general, sereno, amable, humorístico, reflexivo
y tranquilo en su reivindicación de la amistad y el amor aunque, en algún
momento, estridente con la caída y ruptura de varias piezas de vidrio cuando pide
un voluntario al público para que le ayude en una escena. En cualquier caso, nos hemos de quedar con las
palabras del autor sobre su obra que, según las declaraciones que ha hecho en prensa,
son: "Debemos ser optimistas. Es nuestro deber social, filosófico y
cultural. Sé que es una actitud arriesgada, pero también es necesaria”.
Enorme interpretación de Gonzalo
Cunill, extraordinario y talentoso actor que domina el pequeño escenario del
Heartbreak y contagia la magia del teatro a los espectadores.
Como siempre que vamos al Heartbreak,
teatro del bueno que diría Mourinho.
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