Con el omnipresente Pedro Sánchez
acaparando los titulares de los periódicos, teniendo imputada a su esposa, su hermano,
su antigua mano derecha Ábalos y ya veremos si un día él no acaba también imputado;
leo una noticia en EL MUNDO de las que me llaman la atención y me parece más
importante que las corruptelas de Sánchez, ya bien conocidas por todos y,
especialmente, por el hecho de que su investidura se produjo con el acto de corrupción
más grande de la historia de España desde la muerte de Franco: la promulgación de
la Ley Orgánica 1/2024, de 10 de junio, de amnistía para la normalización
institucional, política y social en Cataluña.
La noticia lleva como titular: La
escalada del SMI del 54% en seis años acelera la destrucción de pequeños negocios
y el trasvase de empleo a grandes empresas. Efectivamente, el Salario
Mínimo Interprofesional ha pasado de 736 euros en 2018, año de la moción de
censura en la que Sánchez sustituye a Rajoy, a 1.134 euros en 2024. Las
empresas más pequeñas no pueden absorber ese incremento salarial y es la gran
empresa la que compensa la caída en la ocupación de las más pequeñas. El efecto
perverso es que esas pequeñas empresas acaban despareciendo y permite que las
grandes compañías aumenten su cuota de mercado y mantengan sus márgenes de
beneficio con subidas de precios. Son las grandes empresas las que imponen sus
condiciones al resto del mercado y erigen barreras a la competencia para expulsar
a las pequeñas, que tienen más dificultad para competir pagando sueldos más
altos.
Poniendo esto en relación con
el libro que leí hace poco de Fusaro, resulta que una medida teóricamente impulsada
por un gobierno de izquierdas acaba beneficiando a las grandes empresas y, en
definitiva, al gran capital en detrimento de las PYMES que han sido parte
importante hasta ahora de la actividad económica en España. La conclusión es
que no se puede hacer una política de izquierdas con medidas sueltas, aisladas,
sino a través de un programa ambicioso que incidiera especialmente en la política
fiscal. Así que, en el fondo, ese incremento del SMI que puede vender la
izquierda como enseña de su política social es, en gran medida, falso. El incremento
del SMI, que pueden vender en una próxima campaña electoral, tan solo es un instrumento
para que un Gobierno asediado por la corrupción y la incompetencia intente
mantener el poder a cualquier precio, pero realmente no hay una política
realmente progresista para acortar unas desigualdades sociales que no hacen
sino que aumentar.
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