Veo Marco, dirigida por
Aitor Arregi y Joan Garaño, película dedicada a Enric Marco, aquel hombre que
iba dando conferencias, muchas en institutos, sobre sus experiencias en campos de
concentración alemanes durante la II Guerra Mundial y su condición de víctima
de la represión franquista. El problema es que ni estuvo en el campo de Flossenburg
como él sostenía, ni fue víctima del franquismo ni miembro de la Resistencia
francesa, sino que acudió voluntariamente a Alemania a finales del año 1940,
dentro del contingente de trabajadores españoles que, con el beneplácito de Franco,
se desplazaron para trabajar en las fábricas ya que muchos obreros alemanes
estaban en el frente. Marco sí estuvo en una prisión alemana por repartir
propaganda comunista, pero no debía ser un cargo muy serio pues tras dos o tres
semanas lo liberaron y lo repatriaron a España.
Arregi y Garaño han optado por
no hacer una narración lineal, sino que la película va dando saltos en el tiempo.
Me parece formalmente muy correcta, no se puede poner ningún reparo a la
eficacia narrativa del filme. En cualquier caso, lo sobresaliente de la película
y que la justifica es la bestial interpretación de Eduard Fernández, dando vida
a un mentiroso compulsivo y narcisista patológico como Marco. Fernández muestra
ese lado negativo del personaje, pero, por otra parte, le dota de humanidad y
vulnerabilidad, casi que sentimos lástima por un hombre que mintió sobre su
pasado, se aferraba a su verdad, pero también sus acciones tuvieron un efecto
positivo ayudando a divulgar el conocimiento de los campos nazis a través de la
asociación que presidía.
La película no nos aporta mucho
a los que conocemos la historia y hemos leído el libro de Cercas salvo que,
gracias a la interpretación de Fernández, tenemos una imagen en carne y hueso,
con sus mentiras y su complicado perfil psicológico, bastante aproximada de cómo
era el impostor.
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