lunes, 11 de noviembre de 2024

MARCO, LA VERDAD INVENTADA

 

 

Veo Marco, dirigida por Aitor Arregi y Joan Garaño, película dedicada a Enric Marco, aquel hombre que iba dando conferencias, muchas en institutos, sobre sus experiencias en campos de concentración alemanes durante la II Guerra Mundial y su condición de víctima de la represión franquista. El problema es que ni estuvo en el campo de Flossenburg como él sostenía, ni fue víctima del franquismo ni miembro de la Resistencia francesa, sino que acudió voluntariamente a Alemania a finales del año 1940, dentro del contingente de trabajadores españoles que, con el beneplácito de Franco, se desplazaron para trabajar en las fábricas ya que muchos obreros alemanes estaban en el frente. Marco sí estuvo en una prisión alemana por repartir propaganda comunista, pero no debía ser un cargo muy serio pues tras dos o tres semanas lo liberaron y lo repatriaron a España.

Arregi y Garaño han optado por no hacer una narración lineal, sino que la película va dando saltos en el tiempo. Me parece formalmente muy correcta, no se puede poner ningún reparo a la eficacia narrativa del filme. En cualquier caso, lo sobresaliente de la película y que la justifica es la bestial interpretación de Eduard Fernández, dando vida a un mentiroso compulsivo y narcisista patológico como Marco. Fernández muestra ese lado negativo del personaje, pero, por otra parte, le dota de humanidad y vulnerabilidad, casi que sentimos lástima por un hombre que mintió sobre su pasado, se aferraba a su verdad, pero también sus acciones tuvieron un efecto positivo ayudando a divulgar el conocimiento de los campos nazis a través de la asociación que presidía.

La película no nos aporta mucho a los que conocemos la historia y hemos leído el libro de Cercas salvo que, gracias a la interpretación de Fernández, tenemos una imagen en carne y hueso, con sus mentiras y su complicado perfil psicológico, bastante aproximada de cómo era el impostor.  

Marco fue desenmascarado en 2005, hace casi veinte años, levantando olas de indignación. Sin embargo, sus mentiras resultan inocentes (aunque muy decepcionantes para la gente de su asociación y la gente que sí estuvo realmente en los campos alemanes) comparadas con las que nos cuentan a diario Donald Trump, Ayuso, Feijoo, Pedro Sánchez, Puigdemont, Meloni, Junqueras o Abascal. No mienten, en general, sobre su pasado, pero sus mentiras son más nocivas que las de Marco y encima hay gente que les vota. 

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