domingo, 17 de noviembre de 2024

ANORA

 

Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, Anora es la última película de Sean Baker, un director poco prolífico, pero del que había visto Florida Project, que me gustó bastante.

En Anora vuelve a contar, como en la película de Florida, con una protagonista que ejerce la prostitución. Aunque Anora (MIkey Madison) no se considera una prostituta, trabaja en un club de streaptease de BrooKlyn e intima en los reservados con los clientes a cambio de dinero. En este ambiente, conoce a un joven de 21 años llamado Vanya (Mark Eldestein), hijo de un magnate ruso, con el que inicia una tórrida relación y la contrata para ir, con unos cuantos amigos, una semana a Las Vegas. De manera irreflexiva, el tal Vanya, en permanente estado de confusión mental causada por el alcohol y drogas, le propone matrimonio y se casan en la típica capilla hortera propia de la ciudad del juego.

De vuelta a Brooklyn, comenzarán los problemas cuando Toros (Karren Karaguilian), un sacerdote ortodoxo que actúa como una especie de tutor del joven Vanya, se entere de la boda y, con la ayuda de dos gorilas, un armenio llamado Garnick (Vache Tovmasyan) y un ruso llamado Igor (Yuri Aleksandrovich), quiera anular el matrimonio. Cuando se presentan Garnick e Igor en casa de Vanya, lo primero que hace éste es huir y, entonces, los dos gorilas, Ani y Toros necesitan localizar al chico, ellos para iniciar los trámites para anular el matrimonio y ella para hablar con él y salvar un matrimonio en el que, de manera ingenua, ella cree.

Mientras lo localizan, borracho en el club donde trabaja Anora, los padres multimillonarios de Vanya han llegado a USA. Tratan de anular el matrimonio en Nueva York pero, al haberse casado en Las Vegas, tienen que desplazarse allí y se efectúan los trámites, ante la decepción de Anora que, desengañada y desilusionada, es llevada por Igor a su domicilio, una casa cutre que comparte con su hermana junto a la vía del tren.

A Baker le encantó la escena que MIkey Madison compartía con Bradd Pitt en Erase una vez en Hollywood, al punto de ver que le robaba la escena al ya veterano actor. Entonces le propuso hacer Anora y, cuando le dijo que sí, desarrolló la idea escribiendo el guion sabiendo que Madison interpretaría al personaje, mientras ésta aprendía ruso y las técnicas baile del twerking y pole dance de las bailarinas de streap-tease.

Madison está estupenda en un papel de desgraciada Cenicienta que lleva a pensar en Pretty Woman, una película de la que incluso toma el diálogo del precio a pactar por una semana de exclusiva como acompañante, pero Anora no es una película almibarada como aquélla sino áspera, mediada la película ya se ve que la chica no va a vivir un cuento de hadas, sino que el sujeto con el que se ha casado es un tipo infantil, dominado por sus padres, irresponsable y un auténtico patán, aunque esté cargado de dólares que dilapida constantemente. Además, sus padres parecen los bastante peligrosos como para hacer cualquier cosa, incluyendo el daño físico, con tal de anular el matrimonio. A pesar de que la película no tiene un tono amable con lo que vive la protagonista, el tratamiento tiene mucho de comedia. Toros actúa como el señor Lobo de Pulp Fiction, un hombre para solucionar problemas que cuenta con dos ayudantes no del todo eficaces, un poco también la línea de Travolta y Jackson, con cierta vis cómica y que dan lugar a momentos muy divertidos. También los padres de Vanya, que llegan a USA en su avión privado, tienen su parte de comicidad debido a su tosquedad y zafiedad, si bien la mala leche de la madre es más que evidente, amenazando de manera muy convincente a Anora para que colabore en la anulación del matrimonio y acepte una pequeña compensación de 10.000 dólares por el lío organizado.

Baker logra un gran filme, que se hace incluso corto a pesar de los 140 minutos de duración. Consigue que nos divirtamos para contarnos una historia triste, nos de una brizna de esperanza al final, con una Ania que pensamos ha madurado y un Igor del que captamos una humanidad impensable cuando aparece en los primeros momentos de su papel, y nos hace reflexionar sobre las diferencias de clase, con unos magnates que han perdido el glamur que al menos tenía Richard Gere y una chica perdedora con un horizonte complicado, como ya pasaba con la protagonista de Florida Project.

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