Ganadora de la Palma de Oro en Cannes,
Anora es la última película de Sean Baker, un director poco prolífico, pero
del que había visto Florida Project, que me gustó bastante.
En Anora vuelve a contar, como en
la película de Florida, con una protagonista que ejerce la prostitución. Aunque
Anora (MIkey Madison) no se considera una prostituta, trabaja en un club de
streaptease de BrooKlyn e intima en los reservados con los clientes a cambio de
dinero. En este ambiente, conoce a un joven de 21 años llamado Vanya (Mark
Eldestein), hijo de un magnate ruso, con el que inicia una tórrida relación y
la contrata para ir, con unos cuantos amigos, una semana a Las Vegas. De manera
irreflexiva, el tal Vanya, en permanente estado de confusión mental causada por
el alcohol y drogas, le propone matrimonio y se casan en la típica capilla
hortera propia de la ciudad del juego.
De vuelta a Brooklyn,
comenzarán los problemas cuando Toros (Karren Karaguilian), un sacerdote ortodoxo
que actúa como una especie de tutor del joven Vanya, se entere de la boda y,
con la ayuda de dos gorilas, un armenio llamado Garnick (Vache Tovmasyan) y un
ruso llamado Igor (Yuri Aleksandrovich), quiera anular el matrimonio. Cuando se
presentan Garnick e Igor en casa de Vanya, lo primero que hace éste es huir y,
entonces, los dos gorilas, Ani y Toros necesitan localizar al chico, ellos para
iniciar los trámites para anular el matrimonio y ella para hablar con él y
salvar un matrimonio en el que, de manera ingenua, ella cree.
Mientras lo localizan, borracho
en el club donde trabaja Anora, los padres multimillonarios de Vanya han
llegado a USA. Tratan de anular el matrimonio en Nueva York pero, al haberse
casado en Las Vegas, tienen que desplazarse allí y se efectúan los trámites,
ante la decepción de Anora que, desengañada y desilusionada, es llevada por
Igor a su domicilio, una casa cutre que comparte con su hermana junto a la vía
del tren.
A Baker le encantó la escena
que MIkey Madison compartía con Bradd Pitt en Erase una vez en Hollywood,
al punto de ver que le robaba la escena al ya veterano actor. Entonces le
propuso hacer Anora y, cuando le dijo que sí, desarrolló la idea
escribiendo el guion sabiendo que Madison interpretaría al personaje, mientras
ésta aprendía ruso y las técnicas baile del twerking y pole dance
de las bailarinas de streap-tease.
Madison está estupenda en un
papel de desgraciada Cenicienta que lleva a pensar en Pretty Woman, una
película de la que incluso toma el diálogo del precio a pactar por una semana
de exclusiva como acompañante, pero Anora no es una película almibarada
como aquélla sino áspera, mediada la película ya se ve que la chica no va a
vivir un cuento de hadas, sino que el sujeto con el que se ha casado es un tipo
infantil, dominado por sus padres, irresponsable y un auténtico patán, aunque
esté cargado de dólares que dilapida constantemente. Además, sus padres parecen
los bastante peligrosos como para hacer cualquier cosa, incluyendo el daño físico,
con tal de anular el matrimonio. A pesar de que la película no tiene un tono
amable con lo que vive la protagonista, el tratamiento tiene mucho de comedia.
Toros actúa como el señor Lobo de Pulp Fiction, un hombre para solucionar
problemas que cuenta con dos ayudantes no del todo eficaces, un poco también la
línea de Travolta y Jackson, con cierta vis cómica y que dan lugar a momentos
muy divertidos. También los padres de Vanya, que llegan a USA en su avión
privado, tienen su parte de comicidad debido a su tosquedad y zafiedad, si bien
la mala leche de la madre es más que evidente, amenazando de manera muy convincente
a Anora para que colabore en la anulación del matrimonio y acepte una pequeña compensación
de 10.000 dólares por el lío organizado.
Baker logra un gran filme, que se hace incluso corto a pesar de los 140 minutos de duración. Consigue que nos divirtamos para contarnos una historia triste, nos de una brizna de esperanza al final, con una Ania que pensamos ha madurado y un Igor del que captamos una humanidad impensable cuando aparece en los primeros momentos de su papel, y nos hace reflexionar sobre las diferencias de clase, con unos magnates que han perdido el glamur que al menos tenía Richard Gere y una chica perdedora con un horizonte complicado, como ya pasaba con la protagonista de Florida Project.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.