Me picó la curiosidad ver qué
hacía un actor como Nick Nolte, ya septuagenario, rodando una película española
en 2012. Se trata de A puerta fría, y aunque los protagonistas son
Antonio Dechent y María Valverde, Nolte sí tiene un importante papel como
secundario.
Dirigida por Xavi Puebla,
director poco prolífico, ésta era su tercera y por ahora última película,
obteniendo por ella el premio de la crítica en el Festival de Málaga.
Salva (Antonio Dechent) es un
vendedor sevillano de televisores y grabadoras con problemas, su mujer le ha
echado de casa, bebe en exceso y se le pide que mantenga un nivel de ventas que
ya no está en condiciones de cumplir, sintiendo además la competencia en la
empresa de gente más joven. La película tiene lugar en pocos días en el marco
de una feria en la que Salva ha de ponerse las pilas para vender unidades de
televisores y grabadoras. Sabe que hay un americano llamado Battleworth que es un buen contacto para hacer un gran
pedido, pero tiene problemas para acceder a él, especialmente por su escaso
dominio de la lengua inglesa. Logra captar la ayuda remunerada de una bella
azafata del congreso llamada Inés (María Valverde), una chica más bien colgada
en la vida, que domina el inglés y, finalmente, hará de traductora en un
encuentro con el americano que, efectivamente, le hace un gran pedido, pero
pone una condición y es tener sexo con Inés. Salva, en principio, se niega
porque ha cogido una relación de confianza con la chica teniendo incluso un
rollo con ella y el trato se rompe, aunque Nolte advierte que seguirá en el
hotel hasta el día siguiente. Inés se sacrificará por el cariño que le ha
cogido a un Salva que es un perdedor, pasará un tiempo con Nolte y Salva no lo
impedirá, aceptará esa humillante situación de salvar, provisionalmente, su
posición en la empresa gracias a Inés.
La película refleja la
decadencia del comisionista, especialmente los que por edad no se han adaptado
a los nuevos tiempos, compitiendo además entre ellos ferozmente por lo que
queda de mercado. Los comisionistas valen lo que se mida con la curva que
refleje sus ventas y ese es el único valor que la empresa tendrá en cuenta. Y
también se refleja la ingratitud del ramo de la que se queja uno de los
personajes cuando explica a Salva que un comercial, recientemente fallecido, no
tuvo a ningún compañero que lo despidiera en el sepelio. El mercado,
cualquiera, se va deshumanizando cada vez más y las relaciones sociales son más
débiles que hace algunas décadas. Es, por tanto, una película agria que cuenta
con un buen guion y escenas muy bien rodadas como cuando coinciden, todavía sin
conocerse, Salva y Battleworth bebiendo en la barra del bar del hotel como
personas sin muchos horizontes vitales y dependientes del alcohol. Pero tampoco
le va mejor a las generaciones más jóvenes e Inés, chica de buen corazón,
parece bastante a la deriva cuando le explica su vida a Salva.
Muy buenas interpretaciones de
Antonio Dechent y María Valverde, que están mucho mejor que un Nick Nolte con
un papel más corto y menos dado a lucimiento, aunque también está muy bien en
la escena del bar en la que dos hombres silenciosos, en la barra frente a una
copa, reflejan su triste momento vital. En cualquier caso, un Nolte muy
cambiado del primero que vi, interpretando a Tom Jordache en Hombre rico,
hombre pobre.
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