lunes, 7 de octubre de 2024

LA MUJER DE ESA NOCHE

 

De manera insospechada, adquiero en un HMV de la ciudad de Stirling un DVD de oferta en el que, en una edición del BFI, se ofrecen tres películas de Yasujiro Ozu de finales de los años 20 y primeros del 30 con el título genérico de El cine de gangsters en Ozu.  Veo una de ellas, La mujer de esa noche (titulada en japonés Sono yo no tsuma y realizada en 1930) y no es una película de cine negro, salvo su inicio, sino más bien una película de drama social con fuerte componente de descripción psicológica de los personajes. Cuando Ozu rodó La mujer de esa noche ya había realizado 14 películas, de las cuales, desgraciadamente, 11 se han perdido total o parcialmente.

En las primeras escenas, tenemos un inicio que sí podríamos decir clásico de cine negro americano mostrándose un atraco en el que un hombre, armado con pistola y tras reducir a unos empleados, huye con un botín mientras es seguido por la policía. Pero, al aparecer un subtítulo de “en otra parte de la ciudad”, ya se nos introduce en un modesto apartamento en el que tendrá lugar unas tres cuartas partes de la trama en una película bastante corta, que supera en poco la hora de duración. En ese apartamento, nos enteramos de que hay una mujer desesperada pues su hija, de unos 5 o 6 años, está gravemente enferma, con riesgo de muerte según informa el médico. Se necesita una suma de dinero importante para afrontar los gastos de asistencia sanitara y salvarla, estando ahí el origen del atraco que hemos visto al inicio a cargo del padre de la pequeña. El joven padre regresa a casa, pero es perseguido por un policía, un hombre de unos cincuenta años, que hace su trabajo de manera profesional. De manera hábil, la mujer conseguirá reducir al policía que queda secuestrado por la familia, ve el drama que se cierne sobre ellos y afrontará el dilema moral de qué hacer. En un momento en que ha recuperado las armas de fuego que están en el piso, el policía fingirá estar dormido para facilitar la huida del atracador pero, una vez en la calle, éste comprenderá que debe afrontar sus responsabilidades penales y, diríamos que a su pesar, el policía se lleva esposado al hombre hasta la comisaría mientras, afortunadamente, la niña ha salvado las horas más críticas, eludiendo la muerte e iniciando su recuperación.

Si la fama del estilo de Ozu viene del uso de la cámara en posiciones bajas, con pocos movimientos, largos planos fijos y las tramas versan sobre la cotidianeidad de la vida familiar, en La mujer de esa noche no se dan esas características. Es un Ozu menos japonés y más americano, sobre todo en el inicio del filme que recuerda, por ejemplo, a un filme como Los muelles de Nueva York de Von Stenberg, utilizando la cámara en travellings o aproximándola a objetos como armas de fuego para llamar la atención sobre los elementos que intervendrán en el suspense de las escenas con más tensión. Está claro que Ozu, por muy japonés que fuera, no desconocía el cine americano y, en el apartamento, hay pegado en la pared un póster de una película de Walter Houston, y también de musicales de Broadway.

Sin ser el estilo de películas que había visto en Ozu, me parece que esta película funciona muy bien. Filma a los personajes de manera natural y con una eficacia parecida a los grandes directores americanos de la época, de una manera que nos convence sobre la angustia de la situación por el estado de salud de la niña, siendo remarcable la actuación de la madre, Mitchuko Ichimura, la mejor intérprete del reparto. Ozu, atento a los detalles, nos da en su dirección las pistas para captar la psicología de los personajes, destacando el dilema moral del policía, que se debate entre el deber y la compasión, captándose resignación por la forma en que pone finalmente las esposas al padre de la pequeña.

Buena película. 

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