Bob el jugador (1956) es
la cuarta película de Jean Pierre Melville y la primera del género negro, que
fue en el que más tarde destacó con sus obras más célebres.
La película empieza en unas
calles cercanas a la Place Pigalle de París y ya nos da una idea que los
protagonistas serán gente del lumpen. En un ambiente de atracadores, proxenetas
y prostitutas, un hombre entrado en años, Robert Montagne, pasa las horas
dedicándose de manera recurrente a jugar siendo un ludópata y contando con el
respeto de los que se mueven en ese mundo. Bob participó en algún atraco
importante veinte años atrás pero, a pesar de su actividad delictiva de la cual
se ha retirado, tiene su propio código de honor, salvó la vida de un policía
que ahora es amigo suyo y accede a prestar dinero a un delincuente pensando que
tiene un apuro por haber participado en algún delito, pero se lo niega después
tras saber que es un proxeneta. Además, es generoso y financió a una conocida
para que montara un bar en el que pasa parte de la acción, intenta ayudar a una
buscona adolescente que intenta sobrevivir en aquellas poco recomendables
calles y actúa de protector del joven hijo de un compañero de atracos ya
fallecido.
Bob es tentado por un conocido
suyo para dar un último y espectacular golpe atracando el casino de Deauville. La
cosa saldrá mal, principalmente por una filtración de su protegido, que comete
la indiscreción de revelar el plan a la chica de vida alegre a la que Bob ha
tratado de ayudar. La chica le dará la información al proxeneta al cual Bob le
ha negado la ayuda al principio del filme, y éste dará el soplo al policía que
fue salvado por Bob y por el que siente un sincero aprecio. Todo un cúmulo de
situaciones que acaban cerrando un círculo en forma de destino fatal del cual
Bob no puede escapar: el atraco será un fracaso y él acabará esposado por su
amigo policía. Además, no podrá evitar la muerte del joven que para él es como
una especie de ahijado.
Melville, preludiando la ya muy
cercana nouvelle vague, filma en exteriores el barrio de Montmartre y la
película tiene una gran ambientación con un precioso blanco y negro
fotografiando los locales con neones de la plaza Pigalle y calles adyacentes. Y
esa fotografía también le sirve para dar un carácter especial a esos bares y
cabarés por donde se mueven los personajes y en los que Melville consigue una
atmosfera totalmente noir.
Un actor bastante desconocido, Roger
Duchesne, se encargó de interpretar a Bob, siendo la penúltima película que
protagonizó y la que más reconocimiento le proporcionó. Está bien el
tratamiento que le da al personaje, un delincuente con un fondo también de
dignidad con su personal código de valores, ayudando a otros personajes y
dominado por la pasión por el juego que, tras una mala racha y el intento del
atraco, le lleva a un final con un mal destino al que se aproxima de manera
inevitable.
Un buen inicio de Melville en
el cine negro, que luego depuraría en El silencio de un hombre o Círculo
rojo.
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