domingo, 6 de octubre de 2024

EL HALCON Y LA PRESA

 

El halcón y la presa (1966) es uno de los spaghetti westerns generalmente más apreciados, excluyendo a la trilogía de Leone, y estoy bastante de acuerdo en que es un filme digno y de los mejores del género.

Jonathan Corbett (Lee Van Cleef) es una especie de bounty killer que va limpiando de criminales el estado de Texas, pero con más prestigio ya que no solo le mueve la motivación económica sino un sentido estricto de la justicia y tiene a su favor el poder político, representado por un rico terrateniente llamado Brockson, que pretende construir un ferrocarril desde el Este de los Estados Unidos a México para enriquecerse aún más e incluso incita a Corbett para hacer carrera política en Washington. Estando en la hacienda del terrateniente, llega la noticia que un mexicano llamado Cuchillo Sánchez (Tomás Milian) ha violado y asesinado a una niña de doce años.  Corbett parte en su busca, pero no será fácil atrapar al escurridizo y astuto Sánchez, en un largo viaje que acabará en México y en el transcurso del cual Corbett comprenderá que el crimen no lo cometió Sánchez sino una persona ligada a Brockson. Si en este tipo de películas siempre hay un duelo final, aquí habrá dos: uno entre Cuchillo Sánchez y el verdadero asesino de la niña; y otro entre Corbett y un, extrañamente perdido por aquellos parajes, aristócrata alemán, experto en armas, que actúa como sicario del terrateniente. Después de los duelos, los antaño rivales Cuchillo y Corbett cooperarán para abatir a Brockson y luego separarán sus caminos.

La película es muy ágil narrativamente, siempre están pasando cosas en ese acoso, que adquiere carácter de obsesivo, de Corbett a Cuchillo y no sobra ninguna escena, se trata de un filme muy entretenido. Dentro de sus dotes interpretativas, Van Cleef hace lo que puede en un personaje que, al tener más matices y experimentar una evolución en sus posiciones, era más complicado de sacar adelante que el Sentencia de El Bueno, el feo y el malo. En cualquier caso, realiza una interpretación digna y Milian aporta frescura a su personaje de mexicano desarrapado, burlón, espabilado y con límites morales en su habitual actividad delictiva. En la línea del Tuco de Elli Wallach, aporta unas dosis de sentido del humor con su personaje que benefician la película. 

Si, en algunos momentos, la realización de Sollima podría haber sido más brillante, se le puede perdonar ya que estaba en sus inicios de realizador. Se nota, sobre todo al filmar los duelos, la deuda adquirida con Leone y la película también tiene en común con la trilogía del director romano que el compositor de la banda sonora es Ennio Morricone. Sin llegar a la excelencia alcanzada en las películas de Leone, compone una buena banda sonora en la que incluso se atreve a hacer una variación del Para Elisa de Beethoven.

Un apreciable (de los pocos dada la ingente producción) spaguetti western.

 

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