El halcón y la presa (1966)
es uno de los spaghetti westerns generalmente más apreciados, excluyendo
a la trilogía de Leone, y estoy bastante de acuerdo en que es un filme digno y
de los mejores del género.
Jonathan Corbett (Lee Van
Cleef) es una especie de bounty killer que va limpiando de criminales el
estado de Texas, pero con más prestigio ya que no solo le mueve la motivación
económica sino un sentido estricto de la justicia y tiene a su favor el poder
político, representado por un rico terrateniente llamado Brockson, que pretende construir un ferrocarril desde el Este de los Estados Unidos a México
para enriquecerse aún más e incluso incita a Corbett para hacer carrera política en Washington. Estando en la hacienda del terrateniente, llega la
noticia que un mexicano llamado Cuchillo Sánchez (Tomás Milian) ha violado y
asesinado a una niña de doce años.
Corbett parte en su busca, pero no será fácil atrapar al escurridizo y
astuto Sánchez, en un largo viaje que acabará en México y en el transcurso del
cual Corbett comprenderá que el crimen no lo cometió Sánchez sino una persona
ligada a Brockson. Si en este tipo de películas siempre hay un duelo final,
aquí habrá dos: uno entre Cuchillo Sánchez y el verdadero asesino de la niña; y
otro entre Corbett y un, extrañamente perdido por aquellos parajes, aristócrata
alemán, experto en armas, que actúa como sicario del terrateniente. Después de
los duelos, los antaño rivales Cuchillo y Corbett cooperarán para abatir a
Brockson y luego separarán sus caminos.
La película es muy ágil
narrativamente, siempre están pasando cosas en ese acoso, que adquiere carácter
de obsesivo, de Corbett a Cuchillo y no sobra ninguna escena, se trata de un
filme muy entretenido. Dentro de sus dotes interpretativas, Van Cleef hace lo
que puede en un personaje que, al tener más matices y experimentar una
evolución en sus posiciones, era más complicado de sacar adelante que el
Sentencia de El Bueno, el feo y el malo. En cualquier caso, realiza una
interpretación digna y Milian aporta frescura a su personaje de mexicano
desarrapado, burlón, espabilado y con límites morales en su habitual actividad
delictiva. En la línea del Tuco de Elli Wallach, aporta unas dosis de sentido
del humor con su personaje que benefician la película.
Si, en algunos momentos, la
realización de Sollima podría haber sido más brillante, se le puede perdonar ya
que estaba en sus inicios de realizador. Se nota, sobre todo al filmar los
duelos, la deuda adquirida con Leone y la película también tiene en común con
la trilogía del director romano que el compositor de la banda sonora es Ennio
Morricone. Sin llegar a la excelencia alcanzada en las películas de Leone,
compone una buena banda sonora en la que incluso se atreve a hacer una
variación del Para Elisa de Beethoven.
Un apreciable (de los pocos
dada la ingente producción) spaguetti western.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.