sábado, 3 de agosto de 2024

LOS COMANCHEROS

 

Michael Curtiz finalizó su extensa carrera en 1961 rodando Los comancheros, que no pudo llegar a ver pues murió mientras la película estaba en fase de montaje. Se trata de un vistoso western, en Cinemascope, con música de Elmer Bernstein y con un John Wayne en uno de los mejores momentos de su carrera.

Wayne es un ranger de Texas que detiene a un jugador sobre el que pesa una orden de detención por asesinato dictada en el estado de Loisiana. El jugador está interpretado por Stuart Whitman y se escapará en un primer momento de la vigilancia de Wayne. Posteriormente, Wayne tratará de infiltrarse en una organización de comancheros, hombres blancos que ayudan a los comanches, les proporcionan armas y alcohol con lo que los indios andan descontrolados. En compañía de un agente de los comancheros interpretado por Lee Marvin, se reencontrará con Whitman en una timba de póquer. Marvin, muy impulsivo, desaparece pronto de escena y Wayne vuelve a detener a Whitman estableciéndose finalmente entre ellos una verdadera amistad. Wayne le introduce dentro de la comunidad y, en un peculiar juicio, queda exonerado de responsabilidad penal por el asunto de Louisiana. Se encaminan juntos al reducto de los comancheros, una especie de mini estado independiente ubicado en un lugar casi inaccesible y gobernado por un siniestro personaje que va en silla de ruedas. Allí Wayne y Whitman lo pasarán mal, pero serán ayudados, en la parte romántica del filme, por la hija del tirano inválido que había conocido a Whitman poco antes de su detención al principio de la película y se había enamorado de él.

Wayne ya le da, por su sola presencia, mucho fuste a cualquier western, pero aquí Whitman no le pierde la cara a su duelo interpretativo y ofrece un convincente personaje de jugador profesional que se ve inmiscuido en una guerra india y, de propina, tiene la fortuna de enamorarse e iniciar una nueva vida con la chica, en un papel interpretado por Ina Balin. Todavía le da más nervio a la película Lee Marvin, capaz de tratar de tú a tú a Wayne con su formidable presencia en la pantalla, si bien en 1961 aún no era una estrella y su papel es bastante corto.

Hay algunas cosas que recuerdan a Ford en la película. Por un lado, la utilización del paisaje y, por otro, cuando Wayne y Whitman llegan a un rancho atacado por los indios, con los cadáveres expuestos y las señales del ataque en forma de destrozos y columnas de humo, que recuerdan a Centauros del desierto. También hay una escena con humor propio de Ford cuando un tribunal de Texas blanquea los antecedentes de Whitman para dejar sin efecto la orden de detención que pesa sobre él.

Curtiz, con la experiencia de más de doscientos filmes, rueda de manera fluida, con oficio y consigue hacer un buen western, bastante entretenido, a lo que también contribuye la dirección de las escenas de acción a cargo de la segunda unidad.  

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