Yorgos Lanthimos es un director
que parece que está de moda y es bastante apreciado. Había visto Pobres
criaturas, que no me había gustado, pero ahora, viendo Langosta (2015),
todavía entiendo menos que tenga prestigio, salvo que el buen gusto
cinematográfico se halla totalmente perdido.
La idea inicial en la que, en
un mundo futuro distópico, no se permite a las personas permanecer solteras y
se las obliga a encontrar pareja internándolas en un hotel dándoles un plazo
para ello y, en caso de no conseguirlo, transformarlas en animales podía ser un
punto de partida original e interesante dando pie a reflexionar sobre la vida
en pareja, sin pareja y, en definitiva, sobre la soledad y el temor de los
humanos ante la muerte.
Pero, pasado un rato de
película, estando el protagonista en el hotel y habiéndose mostrado ya el mundo
al otro lado del hotel en el que habitan de manera clandestina los solteros,
uniéndose el protagonista a este colectivo, la película entra en una fase de
confusión narrativa, falta de ideas para desarrollar con interés la acción y,
en definitiva, un gran aburrimiento deseando que la película acabe ya.
La sensación es que Lanthimos
malgasta el talento de los actores, el del equipo que dispone en un filme de
notable presupuesto, no sabe qué hacer con la película, pero logra que todo ese
desconcierto sea apreciado por una gran parte de la crítica que, a su vez,
movilizan un número aceptable de espectadores para sus películas, y más cuando
entran en las nominaciones de los Óscar y tienen una estrella como Emma Stone,
tal como pasó con Pobres criaturas.
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