miércoles, 14 de agosto de 2024

LA VIDA DE BOHEMIA

 

Kaurismaki volvió en La vida de bohemia (1992) al mundo de los perdedores y casi excluidos de la sociedad. Marcel Marx, escritor en busca de apoyo para editar una revista y que apareció veinte años más tarde en Le Havre; Sauchanard, un compositor musical de origen irlandés y Rodolfo, un inmigrante ilegal de origen albanés que se dedica a la pintura, son los artistas bohemios sobre los que se construye el filme. Con un París bellamente fotografiado en blanco y negro, los protagonistas buscan el sentido a la vida y lo que encuentran seguro es el sentido de la amistad, cuestión tanto o más importante.

No falta la historia de amor, siguiendo en este punto más la ópera de Puccini que la novela de Henri Berger, en que la desdichada Mimi, enamorada de Rodolfo, fallece tuberculosa al final de la película. Justamente la solidaridad entre los amigos para proporcionar un lugar en que se presten los mejores cuidados a Mimi ante su enfermedad es mostrada con la eficacia narrativa habitual de Kaurismaki, sin subrayados, vendiendo el músico y escritor sus bienes más preciados, mientras Rodolfo intenta obtener dinero a través de su comprador habitual de cuadros. Otro momento en que se prueba la amistad de los personajes es cuando Rodolfo ha sido expulsado de Francia. Enterados que ha logrado traspasar la frontera, Marcel y Sauchnard no dudan en acudir en auxilio de Rodolfo que reingresa en Francia de manera ilegal escondido en el maletero del coche de una familia búlgara con matrícula de la RDA. En definitiva, gente sin recursos, pero solidaria, buena gente en un mundo cada vez más deshumanizado y con una Mimi que, por amor, rehace su relación con el desarrapado Rodolfo abandonando a un pretendiente con mucha mejor posición económica. Puro romanticismo pero, explicado por Kaurismaki, del bueno.

Si en la novela y ópera se retrataba el siglo XIX y el contraste entre burgueses y los bohemios, aquí más bien esa burguesía se ha transformado en el capitalismo salvaje que, a través de agentes inmobiliarios impacientes, expulsan por impago de la vivienda a Marcel en la primera escena de la película, antes que conozca a los otros dos personajes con los que confraternizará.

La parte humorística de la película se basa aquí fundamentalmente en los cameos de tres personajes ligados al mundo del cine. Por un lado, tenemos a Louis Malle que se ofrece a pagar la cena en un restaurante después de que, en una escena homenaje a Bresson, a Rodolfo le hayan robado la cartera; por otro lado, hay un breve papel como editor de Sam Fuller, soltando un improperio en inglés al final de la segunda escena en que aparece brevemente; y, en un papel un poco más largo, está Jean Pierre Leaud, inexpresivo como siempre y aquí interpretando a un industrial azucarero que se enamora de la obra pictórica de Rodolfo convirtiéndose en su mecenas particular.

Otra buena película de Kaurismaki.

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