Un hombre sin pasado (2002)
es otra gran película de Kaurismaki, con un punto de partida muy interesante y
es la adaptación a la sociedad de alguien que ha perdido la memoria y no recuerda
nada de su vida anterior.
M es un hombre que viaja en un
tren con un maletín. Llega a Helsinki, sale de la estación y está sentado
tranquilamente cuando es brutalmente atacado por un trío de desalmados que le
roban y golpean de manera repetida en la cabeza. En el hospital no dan un duro
por su vida, le llegan a dar por muerto, pero M se levanta y sale del centro
sanitario. El problema que tiene es no recordar absolutamente nada de su vida
anterior, habiendo perdido incluso su identidad pues no sabe su nombre.
Su readaptación a la sociedad
se hará desde los estratos más desfavorecidos de la misma. Primero le ayudará
una familia que vive con dos niños pequeños de manera muy precaria, cercanos a
la exclusión social. Le ayudarán a buscar un sitio para vivir, una especie de
hangar en el que el último habitante le dicen que murió congelado durante el último
invierno y que controla, cobrando un alquiler, un vigilante de seguridad de la
zona. Luego encontrará ayuda en el Ejército de Salvación, institución en la que
conocerá a una mujer, Irma, con la que establecerá una relación amorosa.
La falta de identidad hace que
desista cuando va a la oficina de ayudas sociales pues no puede rellenar el
formulario; o no pueda abrir una cuenta bancaria en una entidad financiera para
poder cobrar la nómina pues ha encontrado un trabajo en el que no se paga en
metálico. Estas situaciones absurdas se refuerzan cuando, en el banco en el que
quiere abrir una cuenta, entra un individuo armado con un rifle y atraca el
banco, dejando a una empleada y M en la cámara acorazada.
Detenido por la policía por ser
un posible cómplice en el robo, finalmente el hecho que su fotografía salga en
los periódicos por el atraco posibilita que el cuerpo policial logre
identificarlo. Le dicen quien es y donde vive su mujer. Tras dejar a Irma, acude
a lo que es su hogar y del que no recuerda nada. Su mujer le dice que su
relación estaba a punto de acabar, que tiene una nueva pareja y que su vida
conyugal era muy tormentosa, con frecuentes discusiones. Lo que sí podemos
apreciar, por el aspecto de la casa, es que M vivía con un nivel económico
mucho más desahogado que en su momento actual. M regresa a Helsinki y retomará
su relación con Irma en un final podríamos decir que feliz.
Además de su peculiar y ya
conocido estilo, una narración directa y sin adornos, esta película de
Kaurismaki destaca por el humor absurdo que trufa todo el metraje. Mientras el
protagonista está en la cama del hospital, las máquinas llegan a emitir una
línea plana en las pantallas de monitorización y los médicos le dan por muerto,
pero entonces se levanta y abandona el hospital. Su relación con la familia que
en principio le ayuda y sus contactos con el Ejército de Salvación, así como su
noviazgo con Irma, tiene momentos cómicos e irónicos. Por ejemplo, aprovechando
que, en el hangar en el que vive, tiene una máquina de tocadiscos como la de
los bares que ha rescatado de la basura, educa musicalmente a los músicos del Ejército
que pasan a tocar temas de rock & roll, más movidos que la música que
empiezan tocando antes.
Su disparatada conversación en
el banco con la empleada para abrir una cuenta finaliza cuando ella le dice que,
de todos modos, es el último día que el banco está abierto porque ha sido vendido
a una empresa de Corea del Norte. Entonces entra el atracador, que en realidad
es un Robin Hood que se ha arruinado, pero que quiere recuperar los fondos de
una cuenta que tiene bloqueada para pagar a los trabajadores que tenía y no
dejarlos en la estacada. Así pues, se trata de un insólito atraco con
conciencia social de un empresario. Y otro momento de humor será la absurda
conversación entre el policía y un abogado defensor de oficio en que se utiliza
un lenguaje legal ininteligible.
A través de este sentido del
humor, vemos como Kaurismaki hace una crítica social muy aguda y la ayuda que necesita
M no vendrá de la Administración, ya sea en sus oficinas de ayudas sociales, o
dependencias policiales o judiciales. Encontrará su lugar en el mundo gracias a
gente marginal, próxima a la exclusión social y, sobre todo, a Irma, modesta
colaboradora del Ejército de Salvación.
Y luego está otra constante en muchas
películas de Kaurismaki: la ternura. Hay una empatía por los personajes perdedores,
desfavorecidos pero que siguen luchando e intentado salir adelante con el
pequeño optimismo que representa esa vuelta de M para seguir con Irma. La
solidaridad, generosidad y tolerancia que encuentra M es lo que da una segunda
oportunidad a un hombre que, por lo que se intuye a través de la escena con su
mujer, era una persona desgraciada que ha necesitado perder la identidad para
intentar ser feliz con Irma.
Excelente película de Kaurismaki.
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