Después de más de cuarenta
años, veo Poltergeist (1982) de la que tenía buen recuerdo y me convence
como película de terror de apreciable calidad.
En una casa de una familia de
clase media en que el padre es agente inmobiliario y ha comprado una casa en la
promoción en la que él mismo trabaja, empiezan a suceder cosas extrañas. La
hija menor se queda enganchada a la pantalla de televisión, de la cual sale una
extraña energía, y los elementos mobiliarios de la casa empiezan a moverse por
sí mismos sin razón aparente. Las cosas se complicarán cuando la hija pequeña
desaparece y es secuestrada por fuerzas que la llevan a otra dimensión. Los
padres, tomando conciencia que esto no lo arregla la policía, llaman a un
equipo a medio camino entre parapsicólogos y cazafantasmas que ayudan a
recuperar a la niña. Hacia el final de la película se descubre el motivo de los
extraños sucesos cuando el promotor inmobiliario confiesa que, para edificar el
complejo que se iba a construir sobre un cementerio, solo trasladó las lápidas
de las tumbas, pero dejó los cadáveres allí. No se puede molestar a los
muertos, que tienen al menos el derecho a descansar en paz y de ahí nacen los
males que sufre la familia.
La película tiene un buen
inicio, mantiene la intriga y alcanza una buena progresión en la muestra del
horror e inquietud que asola a la familia hasta desembocar en un torbellino de
cadáveres que acechan a la familia y de la que, como es lógico, pueden zafarse
en el último momento para abandonar su hogar, pasar la noche en un hotel y
dejar en el pasillo a la televisión que es el primer medio a través del cual los muertos
se habían manifestado. Me lo tomo como una crítica, acertada, al medio
televisivo en que, frecuentemente, se desarrolla una corriente negativa, pero
no a cargo de los muertos, sino de la gente que trabaja en las cadenas
televisivas.
Si el hecho que haya
desaparecidos que estén en otra dimensión ya es una idea que recuerdo como
mínimo de episodios de The twilight zone, esta película se hizo muy
popular en el género de terror, abandonando los asesinos en serie y recurriendo
a explorar otras dimensiones, aquí gobernadas por los difuntos en un terreno
relativamente virgen pendiente de explorar en el cine de terror. Los efectos
visuales son primitivos comparados con lo que ahora se puede ver en una serie
como Stranger things, pero aguantan con bastante dignidad y la película cuenta
con una buena banda sonora del reputado Jerry Goldsmith.
El guion es inteligente y
Hooper maneja bien la situación. El inicio es intrigante y, poco a poco, se
incrementa la angustia de la familia desde que la niña es secuestrada y el
final, aunque pueda parecer desmedido con la cantidad de cadáveres campando a
sus anchas, a mi me parece adecuado y coherente con el desarrollo del filme y
las intenciones de los autores.
Buena película de terror.
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