La carta (1940) es un
soberbio melodrama dirigido por William Wyler con una Bette Davis que, tal vez,
se encontraba en ese momento en su apogeo como actriz ya que era una estrella
de la Warner y encadenó muchas películas seguidas, algunas igual de buenas.
En un gran inicio, un plano de una
luna llena tapada por unas nubes presagia que va a pasar algo importante y,
seguidamente, vemos un hombre que abandona una casa trastabillando mientras una
mujer vacía las seis balas de un revólver sobre su cuerpo. La mujer (Bette
Davis) justificará su acción diciendo que actuó en defensa propia para rechazar
una agresión sexual, siendo creída de manera ciega por su marido (Herbert
Mashall) y también por un amigo de la familia (James Stephenson) que actuará
como abogado.
Las cosas se tuercen para Davis
cuando, a través de oscuros intermediarios, llega a Davis y Stephenson la
existencia de una carta comprometedora de la mujer ya que escribió ese día a la
víctima para que la visitara en su casa. Stephenson paga por tener esa carta,
pidiendo autorización a Marshall que, en principio, no da demasiada importancia
a la carta al creer la versión de Davis diciendo que hacía venir a la víctima para
asesorarse sobre un regalo que quería hacer a su marido.
El juicio sale bien y Davis es
declarada no culpable, con los remordimientos de Stephenson que hace un gran
trabajo, pero sabe que hay una prueba incriminatoria que no está en el sumario
pues ha sido comprada de forma irregular. Posteriormente, el abogado fuerza que
Marshall tome conciencia de lo que significaba la carta y Davis acaba
admitiendo el crimen y, además, que sigue enamorada del hombre que asesinó. Una
nueva escena de otra luna llena con nubarrones anticipa el ajusticiamiento
extralegal por parte de allegados de la víctima.
Bette Davis está sobresaliente
durante toda la película con esas miradas que nos permiten conocer la verdad,
su apasionada relación y el engaño al que tiene sometido a su marido. Pero la
pasión que siente por el hombre al que mató le impide seguir con el engaño y
confiesa la verdad. Más que femme fatale de cine negro, y a pesar de que
hay elementos de intriga y un asesinato por en medio, la película es un
melodrama de manual. Amor y pasión son los sentimientos que manifiesta la
protagonista pero, en cuanto a fidelidad y sinceridad, también es muy importante
el personaje de Stephenson, que se debate entre la amistad que guarda con el
matrimonio y sus deberes deontológicos como abogado. De hecho, es casi más
interesante la relación entre Davis y su abogado que con su marido, tratada de
manera más superficial ya que está al margen del engaño que ha supuesto la
importancia de comprar la carta.
Wyler filma con elegancia y
eficacia narrativa un género en el que destacó especialmente. Si realizó un western
muy bueno como Horizonte de grandeza, o la multioscarizada película épica
Ben-Hur, me parece que el género en el que mejor de desenvolvió fue el
melodrama.
Gran película.
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