miércoles, 10 de julio de 2024

LAS MÁSCARAS DEL HÉROE

 

Después de haber leído Mil ojos tiene la noche, releo Las máscaras del héroe, y disfruto la novela igual que cuando la leí en los años 90.

De hecho, me parece una novela más atractiva Las máscaras del héroe porque el hecho que Fernando Navales tenga su némesis en el poeta exseminarista y anarquista Pedro Luis de Gálvez da mucha fuerza a la novela que, además de muchos personajes secundarios, cuenta así con dos verdaderos protagonistas. Aunque Navales sea el protagonista narrador de la historia, la presencia de Gálvez está latente incluso cuando no está físicamente en Madrid y se halla, real o supuestamente, luchando en Albania, trabajando en Barcelona o dedicándose al bandolerismo en Chile. Nihilista, miserable y engreído, de las putadas que Navales hace a Gálvez destaca la de expoliar su obra literaria, apoderarse de sus poesías y obras de teatro dedicándose a plagiarlas. En cambio, Gálvez es un personaje de aspecto y modos brutales pero que tiene un fondo de nobleza, especialmente hacia los demás escritores porque ama la literatura y no se aprovecha ni de dicha manifestación artística, ni de sus autores.

Otro aspecto que me gusta es que, así como Mil ojos tiene la noche abarca un período de dos años, en Las máscaras del héroe son casi tres décadas las que se cubren, desde la carta de Gálvez al director del penal de Ocaña que abre la novela, fechada en 1908, hasta noviembre de 1936, momento en que Gálvez perdona la vida a Navales cuando lo tiene encañonado, le regala una bala con la que suicidarse y lo deja a medio kilómetro del ejército franquista que asedia Madrid. Durante esos casi treinta años, De Prada da un repaso de la vida bohemia de Madrid y los acontecimientos históricos y políticos que tuvieron lugar en la capital. Sin menoscabo del interés que tiene la vida en el París ocupado por los alemanes en 1940 y 1941, todavía resulta más interesante el retrato de la bohemia madrileña y la aparición de diversos escritores: Pio Baroja, Valle Inclán, Armando Buscarini, César González Ruano, Ramón Gómez De la Serna o Emilio Carrere; hombres de otras artes: Buñuel, Edgar Neville, Lorca o Dalí; o políticos como Primo de Rivera, Sánchez Mazas o Azaña. 

Además, hay un personaje femenino potente, con presencia continua en la novela y es Sara, la novia de Navales con la que llega a convivir maritalmente, tiene un aborto y muere, por culpa de unas balas falangistas, en una refriega que se produce en una comuna. La relación de Navales con su novia permite exacerbar la vileza de Navales y sus actitudes canallescas.

Se confirma el gran recuerdo que tenía. 

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