Agnès Varda dirigió en 1965 Las
criaturas, una película que mezcla el drama psicológico con la ciencia
ficción, estando protagonizada por una pareja de actores tan potentes como
Michel Piccoli y Catherine Deneuve. Curiosamente, Piccoli interpreta a un
personaje que se apellida igual, si bien se llama Edgar, y Deneuve da vida a Mylene.
En el prólogo de la película,
un matrimonio va en un descapotable, la mujer le dice que vaya con cuidado, pero
él dice que controla la situación mientras conduce y, fuera de campo, se oye un
estrépito y como el automóvil ha quedado hecho polvo al chocar con un árbol.
Posteriormente vemos que se han
salvado del accidente, Edgar luce una herida en la frente sin ninguna otra secuela,
pero Mylene ha perdido la capacidad de hablar y lleva una pizarra para
expresarse por escrito. Edgar es escritor, de hecho, está escribiendo una
novela en ese momento, viven en una pequeña población de la costa atlántica
francesa y Mylene queda embarazada poco después.
Se empiezan a producir hechos
extraños en la población, ligados al proceso de escritura. Mientras Edgar ve
que hay una casa en la que vive un hombre que, por lo que luego le dicen los
del pueblo, es como un ermitaño, dos vendedores de ropa de mercadillo acosan a
Edgar, primero timándolo y luego asediando su casa dejando fuera de su casa un
montón de sábanas junto a un gato negro. Intenta encontrar al dueño del gato
muerto y, en el hotel del pueblo, lo acusan de haber matado él al gato.
Ante estos y otros hechos anómalos,
Edgar sospecha del vecino de la torre con fama de ermitaño, que se llama Ducasse
y accede a su casa ilegalmente con la ayuda de los dos vendedores. Entran en la
casa, los vendedores huyen y Edgar se queda con Ducasse que le explica como puede
controlar a las personas de forma remota, tiene como una especie de ajedrez con
las figuras de los vecinos del pueblo y unas pantallas por las que ve en tiempo
real qué hacen. Le propone jugar los dos a hacer y deshacer en la vida de la
gente del pueblo, hasta que, días después, Ducasse provoca que el anciano dueño
del hotel esté a punto de violar a una joven. Entonces Edgar empieza a
destrozar toda la instalación, luchan los dos hombres y Ducasse cae desde una
considerable altura, rompiendo una cristalera y muriendo.
En realidad, como espectadores
vemos que todo ha sido una historia de ficción que escribía el propio Edgar
pero, mientras se produce el parto de Mylene y necesita ayuda acudiendo al
pueblo, descubre que el verdadero Sr.Ducasse se suicidó saltando desde el
balcón de su torre y muriendo de la misma manera que en la historia de Edgar.
La verdad es que el guion
podría asemejarse a alguno de la serie The Twilight zone, la línea entre
realidad y ficción es siempre sinuosa, difícil de distinguir y que Ducasse sea
encontrado en la misma posición en la que cayó tras la lucha con Edgar en la
ficción contribuye a un golpe de efecto final, tan habitual en los episodios de
la serie americana. Pero, de tanto jugar a la confusión, acabo yo mismo
confundido y con la sensación de encontrarme ante una película ambiciosa, original,
rompedora en su época pero que concreta poco en sus intenciones. Si el proceso
de creación de Edgar en la novela es caótico, fruto de las caprichosas
relaciones que, junto con Ducasse, repercuten en los personajes; la película
misma es deslavazada, demasiado dispersa.
Curiosa, inconsistente, pero
con el activo de tener a Piccoli y Deneuve.
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