Todo lo que quiso saber
sobre el sexo y no se atrevió a preguntar (1972) es una película de Woody
Allen, compuesta de siete episodios cortos, con guion del propio Allen
reinterpretando un libro de divulgación sexual de un tal Dr. David Reuben del
mismo título. Perteneciente a la primera etapa del director neoyorquino se
apoya, para explicar diversas problemáticas de tema sexual, en parodias del
cine de aventuras medievales, terror o ciencia ficción y deja una de las
imágenes icónicas de su carrera cuando aparece caracterizado como un espermatozoide.
El mejor episodio es el que
protagoniza Gene Wilder, un doctor de familia que ha de tratar a un pastor
armenio que le explica que se ha enamorado de una oveja. También el doctor se
enamorará del animal, lo que le costará su matrimonio ya que su mujer, con la
que vivía felizmente hasta entonces, no entenderá esa relación zoofílica; y
también el reproche de la autoridad judicial al ser la oveja menor de edad.
Cuando vuelve a aparecer el pastor y se lleva la oveja de vuelta a Armenia, el
personaje de Wilder acabará como un indigente en la calle en su descenso a los
infiernos.
Allen explota su comicidad en
un episodio en que aparece de bufón medieval, con problemas para desmontar el
cinturón de castidad de la señora del castillo a la que previamente le ha dado
un afrodisíaco; y en otro en que aparece como un imposible latin lover (
con gafas negras en plan Mastroianni y hablando íntegramente en italiano) que
tiene el problema que su mujer necesita tener relaciones sexuales en sitios
públicos, lo que les lleva a fornicar en medio de una tienda de muebles o
debajo de la mesa de un restaurante molestando a los comensales que la tienen
reservada.
En uno de los episodios, se
homenajea a las películas de terror apareciendo el gran John Carradine como una
especie de Dr. Frankenstein dedicado a demenciales experimentos relacionados
con el sexo, como que veinte boy scouts adolescentes violen a una mujer
para medir la frecuencia respiratoria. El doctor vive en una tétrica mansión
con un criado llamado Igor como el de El jovencito Frankenstein y allí
van a parar Allen y una periodista siguiendo el esquema de las películas de
terror. El episodio acaba un poco a lo Monthy Python, con una gran teta
que siembra el terror por la zona antes de ser neutralizada.
Y él último episodio parece una
parodia de las películas de ciencia ficción tipo Viaje alucinante, con la
recreación de un coito desde el punto de vista masculino, con operarios en la
sala de máquinas mientras se desarrolla la erección y los espermatozoides
dispuestos a salir en el momento de la eyaculación, preocupado el
espermatozoide de Allen por si se encontrarán un obstáculo de goma, llegarán a
un óvulo o se tratarà de un coito homosexual.
Los episodios son desiguales
pero, en casi todos, hay algún gag brillante y la película alcanza algunos
momentos muy divertidos. A pesar de que han pasado más de cincuenta años, el
humor, a veces un poco de brocha gorda, aún funciona y algunos gags no pasarían
el filtro de lo políticamente correcto hoy en día, cosa que en general me
parece positiva.
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