Vamos a ver Breu introducción
al western, un texto de Joan Yago que han estrenado en la minúscula
sala Flyhard, en la calle Alpens. Antes de empezar la obra, los actores ya nos
han emocionado y robado el corazón cuando cantan el My rifle, my pony and me
de Río Bravo, tal como también hace Manolo Solo en Cerrar los ojos de
Erice. Tras la canción, se suplica al público que apague los móviles y esta vez
no hay ninguna incidencia a remarcar en ese aspecto.
El western está presente en la
obra desde que, en una pared del escenario, hay posters de películas de Ford, Walsh,
Hawks y Peckinpah. Y también en la narración de uno de los protagonistas de hechos
del Oeste explicados como paréntesis de la historia y, finalmente, confluyendo
con la propia obra en un emotivo final.
Es una obra masculina, los
cuatro protagonistas son hombres y representan tres generaciones, si bien la
ausencia femenina de la madre es importante en la actitud sobre todo de dos de
los personajes. Tenemos, por un lado, un hombre próximo a los 50 años, que es
funcionario de una oficina de empleo y ha sido agredido por un demandante de empleo
al que se le ha retirado el subsidio, causándole una herida en la cara. Al día
siguiente, el agresor, desesperado por su situación personal, estrella su
automóvil contra el comercio situado al lado de la oficina y queda en estado
crítico. Su situación provocará una ola de solidaridad y de protestas contra el
sistema y una acampada en las cercanías de las oficinas de empleo.
Por otro lado, está su hijo de
25 años, desempleado, que ha tenido problemas de depresión tras la muerte de su
madre hace dos años, escribe con apatía una tesis doctoral y acompaña al abuelo
una vez a la semana para ir a la Filmoteca a ver alguna película del Oeste,
como La diligencia o Río Bravo. El abuelo, que fue policía durante
su edad laboral, es una persona en un estado ya avanzado de demencia que vive
en una residencia.
Por último, está el hermano del
protagonista, un hombre un poco más joven que el funcionario y que, también con
un carácter depresivo, se pasa la vida probando distintas terapias y sistemas
de autoayuda para mantener un buen ánimo.
Los diálogos que establecen los
personajes, sobre cuestiones personales y también de la realidad socioeconómica
en la que viven, demuestran que no saben gestionar sus emociones ni comunicarse
adecuadamente, mostrándose incomprensión unos con otros. Tampoco saben cómo
comportarse ante la súbita oleada de solidaridad de la cual el funcionario se
siente un tanto responsable al ser quién atendió a la persona que provocó el
altercado y posteriores consecuencias.
Mientras se desarrolla la obra,
hay pausas para que el abuelo, vestido estilo western, vaya relatando, con la ayuda
de un montaje audiovisual proyectado sobre una de las paredes del escenario, aspectos de la
historia de los Estados Unidos que han servido de soporte al género western.
Explica como se introdujo a los indios en reservas, como la fiebre del oro
provocó que se invadieran sus territorios, las matanzas de indios; y como se
construyen los mitos, la batalla de Little Big Horn y la figura de Buffalo Bill,
con su espectáculo que incluso cruzó el Atlántico llegando a Europa y a la
misma Barcelona.
Para los que somos devotos de Grupo
Salvaje el final no puede ser más emotivo. Coinciden los cuatro personajes
por primera vez y están en el sofá viendo la película de Peckinpah mientras
oyen, a través de la radio, que el hombre ingresado en estado crítico ha
muerto, cosa que ocasiona que se recrudezcan los movimientos de protesta. Por
primera vez hay consenso para hacer algo juntos y es salir los cuatro a la
calle con cacerolas para unirse a las protestas. Mientras tanto, en una de las
paredes del escenario vemos el momento en que Pike Bishop, Dutch y los hermanos
Gorch avanzan armados, en una imagen ya icónica, para enfrentarse al ejército
de Mapache.
Se recrea un mundo en conflicto
como era el del Oeste, se retrata un momento actual igualmente conflictivo y se
aborda como pueden salir adelante los protagonistas de la obra, que comparten
con los de Grupo Salvaje ser hombres con muchas dudas, pocas certezas y ningún
futuro.
Un montaje para disfrutar.
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