Miedo en la ciudad de los
muertos vivientes (1980) es un filme de zombis de Lucio Fulci que me
ha parecido poco inspirado.
La película tiene un buen
inicio. Un sacerdote se suicida en el pueblo de Dunwich, lo que abre las
puertas del infierno para que un ejército zombi invada la zona mientras, simultáneamente,
en Nueva York una chica que está en una ouija con una médium tiene una visión
del suicidio y, aparentemente, muere. En realidad, no ha muerto y es enterrada
viva, pero un periodista que está investigando por su cuenta la muerte descubre
accidentalmente en el cementerio tal hecho al oír gritos que provienen de la
tumba y logra rescatarla.
A partir de aquí la película
tiene un problema y es que se dispersa, el periodista y la chica van por su cuenta,
otros protagonistas son las gentes del pueblo que van por otro pero, en
definitiva, la historia está mal explicada y, en vez de lograr tensión, acaba
provocando indiferencia. Por supuesto, está toda la truculencia del gore, zombis
que aplastan los cráneos de las víctimas y salen los sesos llenos de gusanos, vómitos
de los que salen las más nauseabundas vísceras y un tipo al que le agujerean la
cabeza con un taladro perforándole todo el cráneo. Al estar tan mal narrada, todos
esos efectos no funcionan porque parecen ir al margen de la historia, aparecen
porque es lo que se espera en una película de ese tipo y la película no coge
vuelo.
Como curiosidad, el papel de periodista
es interpretado por Christopher George, el Nelse McLead de El dorado,
que tiene un papel menos agradecido que en el western de Hawks, ya que no es lo mismo
morir tiroteado por una leyenda como John Wayne que despedazado por un zombi de
mala muerte.
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