lunes, 17 de junio de 2024

LOS GIRASOLES

 

Los girasoles (1970) es una película de Vittorio de Sica que cuenta nuevamente con la espectacular pareja artística que componían Sophia Loren y Marcello Mastroianni. Además, tiene la peculiaridad que se rodó en parte en la URSS, en régimen de coproducción, apareciendo en el casting algunos actores rusos. El guion fue de Cesase Zavattini y Tonino Guerra, con música compuesta por Henry Mancini.

Antonio y Giovanna se casan, a pesar de las reticencias que tiene el primero hacia la institución del matrimonio, mientras se desarrolla la II Guerra Mundial. Antonio intenta fingir que está loco para ser eximido del servicio militar pero la mentira no surte efecto y es destinado al frente ruso. Allí, es dado por desaparecido y, años más tarde, una vez muerto Stalin, Giovanna marcha hacia la URSS convencida que su marido no ha muerto y lo encontrará vivo en algún lugar. Aquí viene una parte inverosímil de la historia y es que, a pesar de que el frente de la II Guerra Mundial en que participaron los italianos era de muchísimos kilómetros cuadrados, encuentra a Antonio que se ha casado con una rusa (la que lo salvó de morir cuando quedó exhausto sobre la nieve en una retirada) y tiene una hija de seis o siete años. Primero conoce a la mujer e hija y, con Antonio, no llega ni a hablar porque, cuando ella lo ve en el andén de una estación, inmediatamente se sube a un tren llorando y vuelve a Italia.

Giovanna rehace su vida y pasan algunos pocos años más. Antonio quiere volver a Italia y logra permiso para salir él solo con lo que deja a su mujer e hija en Rusia. Una vez llegado a Italia, localiza a Giovanna en Milán (cuando al inicio de la película vivían en la Campania) y la telefonea. Al principio, ella no quiere verle, pero, finalmente, accede y Antonio tiene conciencia que ella ha rehecho su vida y que hay un obstáculo insalvable ya que Giovanna tiene un niño de corta edad. Comprendiendo que no hay solución posible, Antonio vuelve a Rusia y los personajes de despiden en la estación de Milán.

Si, en Ayer, hoy y mañana, Sophia Loren brillaba mucho más que Mastroianni aquí el duelo interpretativo está más igualado, como también lo está en Una jornada particular. Me parece que la interpretación de Mastroianni es maravillosa en el sentido que, a través de las miradas extraviadas y de incredulidad, puede transmitir la tristeza de ser un pobre hombre, mecánico electricista de profesión, que se ve arrastrado sin ningunas ganas por su parte a la locura de la guerra. Es escalofriante pensar en muchísimos miles de italianos que, sin ninguna moral de combate, dejaron la vida o sufrieron graves calamidades físicas o psíquicas en los Balcanes y el frente oriental. También Sophia Loren está muy bien en una película de gran intensidad dramática.

De Sica parecía inclinado en estas últimas películas de su trayectoria a explicar historias sobre la reciente historia italiana. Si en El jardín de los Finzi Contini abordaba la tragedia de las familias de origen judío en los años treinta y cuarenta, aquí trata sobre como la tragedia de la guerra afectó a gente sencilla, trabajadores sin militancia o adscripción política, cercenando sus ilusiones y frustrando relaciones que hubieran podido ser viables y no quedar brutalmente interrumpidas. Así pues, acaba siendo una historia sobre lo insignificantes que son los individuos ante las grandes convulsiones de la historia, en este caso la II Guerra Mundial en la que tanto sufrió Italia.

Buen guion, buena dirección de De Sica, aquí explotando las posibilidades de la historia como melodrama, así como grandes interpretaciones. Película notable

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