Los girasoles (1970) es una
película de Vittorio de Sica que cuenta nuevamente con la espectacular pareja
artística que componían Sophia Loren y Marcello Mastroianni. Además, tiene la
peculiaridad que se rodó en parte en la URSS, en régimen de coproducción,
apareciendo en el casting algunos actores rusos. El guion fue de Cesase
Zavattini y Tonino Guerra, con música compuesta por Henry Mancini.
Antonio y Giovanna se casan, a
pesar de las reticencias que tiene el primero hacia la institución del
matrimonio, mientras se desarrolla la II Guerra Mundial. Antonio intenta fingir
que está loco para ser eximido del servicio militar pero la mentira no surte
efecto y es destinado al frente ruso. Allí, es dado por desaparecido y, años
más tarde, una vez muerto Stalin, Giovanna marcha hacia la URSS convencida que
su marido no ha muerto y lo encontrará vivo en algún lugar. Aquí viene una
parte inverosímil de la historia y es que, a pesar de que el frente de la II
Guerra Mundial en que participaron los italianos era de muchísimos kilómetros
cuadrados, encuentra a Antonio que se ha casado con una rusa (la que lo salvó
de morir cuando quedó exhausto sobre la nieve en una retirada) y tiene una hija
de seis o siete años. Primero conoce a la mujer e hija y, con Antonio, no llega
ni a hablar porque, cuando ella lo ve en el andén de una estación,
inmediatamente se sube a un tren llorando y vuelve a Italia.
Giovanna rehace su vida y pasan
algunos pocos años más. Antonio quiere volver a Italia y logra permiso para
salir él solo con lo que deja a su mujer e hija en Rusia. Una vez llegado a
Italia, localiza a Giovanna en Milán (cuando al inicio de la película vivían en
la Campania) y la telefonea. Al principio, ella no quiere verle, pero,
finalmente, accede y Antonio tiene conciencia que ella ha rehecho su vida y que
hay un obstáculo insalvable ya que Giovanna tiene un niño de corta edad.
Comprendiendo que no hay solución posible, Antonio vuelve a Rusia y los
personajes de despiden en la estación de Milán.
Si, en Ayer, hoy y mañana,
Sophia Loren brillaba mucho más que Mastroianni aquí el duelo interpretativo
está más igualado, como también lo está en Una jornada particular. Me
parece que la interpretación de Mastroianni es maravillosa en el sentido que, a
través de las miradas extraviadas y de incredulidad, puede transmitir la
tristeza de ser un pobre hombre, mecánico electricista de profesión, que se ve
arrastrado sin ningunas ganas por su parte a la locura de la guerra. Es
escalofriante pensar en muchísimos miles de italianos que, sin ninguna moral de
combate, dejaron la vida o sufrieron graves calamidades físicas o psíquicas en
los Balcanes y el frente oriental. También Sophia Loren está muy bien en una
película de gran intensidad dramática.
De Sica parecía inclinado en
estas últimas películas de su trayectoria a explicar historias sobre la
reciente historia italiana. Si en El jardín de los Finzi Contini
abordaba la tragedia de las familias de origen judío en los años treinta y
cuarenta, aquí trata sobre como la tragedia de la guerra afectó a gente sencilla,
trabajadores sin militancia o adscripción política, cercenando sus ilusiones y
frustrando relaciones que hubieran podido ser viables y no quedar brutalmente
interrumpidas. Así pues, acaba siendo una historia sobre lo insignificantes que
son los individuos ante las grandes convulsiones de la historia, en este caso la
II Guerra Mundial en la que tanto sufrió Italia.
Buen guion, buena dirección de De Sica, aquí explotando las posibilidades de la historia como melodrama, así como grandes interpretaciones. Película notable
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