domingo, 23 de junio de 2024

LA MUJER MARCADA

 

La mujer marcada (1926) pertenece a la etapa americana de Victor Sjostrom y se rodó solo dos años antes que El viento, ambas con Lilian Gish de protagonista. Es una adaptación de la novela La letra escarlata, escrita por Nathaniel Hawthorne.

Se trata de un potente melodrama que denuncia la intransigencia y el fanatismo religioso que coartan la libertad de los miembros de una comunidad, aquí la ultrapuritana Boston del siglo XVII. Gish es Hester Prynne, una chica llena de vitalidad que es castigada por no guardar el debido respeto por el descanso semanal que imponen las obligaciones religiosas. El reverendo Arthur Dimmesdale (Lars Hanson) le levanta el castigo y se enamora de ella. Es un amor que será imposible desde el momento en que se descubre que Prynne está casada, si bien su marido desapareció en un naufragio, además que se casó obligada y el matrimonio no se llegó a consumar. Pero Dimmesdale no puede lidiar con la situación y se ausenta durante un tiempo viajando a Inglaterra. Cuando regresa, resulta que Prynne ha tenido una criatura, vive con la pequeña aislada de una sociedad hipócrita e intolerable que las maltratan y le han bordado en la ropa una A para distinguirla como mujer adúltera. Dimmesdale adopta la postura miserable de ocultar que él es el padre de la criatura callando su relación con Prynne, mientras ésta tampoco cede a las presiones del pueblo para revelarlo. Para complicar aun más las cosas, reaparece el marido que había estado secuestrado por los indios y enferma la criatura hija de Hester y el referendo. Si la historia ya es recargada como melodrama, aumenta al final su desmesura cuando, por fin, el reverendo explica la verdad y debajo de la camisa muestra como ser ha desgarrado la piel para marcarse a fuego una A. Si Hester lleva la marca en la ropa porque se la han impuesto otros, Dimmesdale la lleva dentro de sí como muestra de su culpa y cobardía moral. Su condena será la de morir en los brazos de su amada en un final extático.

Tanto en El viento como en La mujer marcada, Sjostrom se beneficia de tener a la considerada mejor actriz de la época, una Lilian Gish que da un recital de expresividad a lo largo de toda la película y luce con gran esplendor, aunando en su interpretación sensualidad, belleza, dulzura y determinación. Gish fue  muy valiente al aceptar un papel de este tipo, cosa que podía hacer por su estatus de megaestrella. Además, Sjostrom ya tenía un bagaje como realizador en su Suecia natal que hizo acometer con solvencia estas obras en una etapa americana que abarcó la segunda mitad de la década de los veinte, para luego desaparecer de Hollywood, volver a Europa y reaparecer de forma estelar en 1958 interpretando al anciano profesor de Fresas salvajes de Bergman. Esa solvencia se materializa en explicar muy bien la historia, utilizar las escenas rodadas en el bosque para mostrar la atracción sexual de los personajes y la puesta en escena en los interiores, iglesias y casas, como espacios de reclusión en los que existe represión.

Tercera película que veo de Victor Sjostrom, intentaré seguir explorando su obra

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