El partido de ayer fue la
recuperación del orgullo del Barça en Europa después de tantos años de
sinsabores. Desde el primer partido de la semifinal contra el Liverpool en
2019, al que siguieron la hecatombe en el partido de vuelta y luego la debacle
en 2020 ante el Bayern, que el Barça no conseguía un triunfo relevante en
Europa.
Lo hizo compitiendo bien, en la
línea que ha seguido el equipo en las últimas semanas, sin hacer un juego deslumbrante
ni mucho menos, pero recuperando la solidez defensiva y aprovechando las
cualidades de nuestros atacantes.
En los primeros diez minutos el
Barça no daba tres pases seguidos y el PSG había salido con mucho ímpetu. Pero
el Barça se fue asentando poco a poco, hilvanando más pases y, sobre todo, creando
peligro como en una buena jugada que propició el primer gol de Rafinha.
La segunda parte empezó de manera parecida, una salida en tromba del PSG, alguna vacilación defensiva y el equipo parisino remontaba poniéndose 2-1. Hubo un momento crítico, se pudo encajar el 3-1, pero el Barça de ayer demostró tener carácter, no le perdió la cara al partido y una asistencia magistral del recién entrado en el campo Pedri fue aprovechada para poner el 2-2 marcando de nuevo Rafinha. Una incomprensible concesión de Donaruma, portero que pasa holgadamente del 1,90, propició el 2-3 anotado por Christiansen a la salida de un córner rematando en la frontal del área pequeña. El PSG apretó en busca del empate, pero el Barça tampoco pasó muchos apuros y se llevó el primer choque de la eliminatoria.
La línea defensiva estuvo muy bien, de notable en líneas generales. Ter Stegen no pudo hacer nada en los goles encajados, mostrándose por lo demás seguro como siempre. Koundé no le concedió prácticamente ninguna ocasión a Mbape con un marcaje perfecto. Araujo y Cubarsí defendieron con solvencia la zona central y, además, el joven bachiller sacó el balón de manera aseada en muchas ocasiones ayudando a la construcción del juego. Solo Cancelo se mostró agobiado y sufriendo, pero también cabe aprobar en global su actuación.
Sin florituras, el centro del
campo no gobernó el partido, pero Roberto y De Jong tiraron de oficio y veteranía
para equilibrar el choque cuando más apretaba el PSG; y Gündogan se mostraba
participativo intentando enlazar con la delantera y confirmaba un nivel de
juego aceptable para las expectativas que se tienen de él.
Para Lamal fue difícil adaptarse
a un partido de alto voltaje, pero ayudó mucho en defensa, participó en el primer
gol y dio un gran centro a Lewandovski en otra ocasión. El jugador polaco jugó ayer
muy bien, les ganó la partida a los centrales del PSG descargando la pelota y
oxigenando el ataque azulgrana, viéndosele más dinámico que en meses pasados. Y
Rafinha unió, a una combatividad que nunca nadie le puede negar, un acierto que
se le ha echado tanto en falta y consiguió un doblete. Si Rafinha consigue una
regularidad con actuaciones como la de ayer, dará la vuelta a los que, hasta
ahora, hemos criticado su rendimiento.
Xavi, adoptando un perfil bajo frente a la exuberante verborrea de Luis Enrique en la previa del partido, estuvo más preciso ayer en los cambios que mejoraron el equipo. Aunque el equipo perdiera la posesión, el Barça se mostró más sólido y se impuso al autoproclamado apóstol del ADN Barça, así que Xavi puede estar contento y nosotros también ayer con él.
No se ha pasado la eliminatoria
ni mucho menos. El PSG tiene mucha pólvora, como dice Luis Enrique son partidos
que se deciden por detalles y pueden aún pasar muchas cosas. Pero lo más importante
de ayer fue volver a demostrar en Europa orgullo de ser del Barça. Y la ilusión
que, tras este 2-3, y aun siendo prudente, se puede soñar con Wembley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.